miércoles, 9 de diciembre de 2020

La Ruta del Arte. 15 esculturas en el Camino Natural del Ebro en el Valle de Valdivielso

Una de las esculturas
En el norte de la provincia de Burgos se encuentra el Valle de Valdivielso. Allí quince obras del escultor Carlos Armiño proponen un recorrido por el Valle de Valdivielso a través del Camino Natural del Ebro (GR 99). Un motivo más para adentrarse en la naturaleza, para optar por un turismo al aire libre, lejos de aglomeraciones, en un entorno de naturaleza, arte y patrimonio que acompaña el discurrir del río Ebro.

Carlos Armiño ha impregnado de arte este camino. El objetivo es despertar la curiosidad, la intrega y la búsqueda. Allí, en este camino, podemos encontrar esculturas en medio del bosque. Un 'regalo' que pretende despertar emociones y sentimientos dispares.

Las esculturas de Carlos Armiño se encuentran instaladas en puntos clave del Camino Natural del Ebro, en lugares cercanos a las poblaciones por las que pasa, desde su entrada por el desfiladero de Los Hocinos hasta su salida del valle al embalse de Cereceda.

Recorre un total de 14 pueblos de este a oeste, en un recorrido con alternativas, todas ellas aptas para cualquier tipo de visitante. A pie, en bici o a caballo y siempre de modo respetuoso, el visitante se puede impregnar de la 'magia' de este recorrido.

Se trata de un camino natural, que ha sido y sigue siendo fuente de economía para el valle. La propia corriente fluvial ha generado piezas de patrimonio excepcionales, desde el románico hasta la actualidad y a partir de ahora, también podrá ser fuente de arte gracias a Carlos Armiño.

Carlos Armiño (Tartalés de los Montes, Burgos, 1954). En la década de los años 70 comienza su incursión en el mundo del arte a través de la pintura. En 1976 decide vivir en Cereceda, un pequeño pueblo en el norte de la provincia de Burgos, con el objetivo de conseguir un ambiente propicio para pintar.

Allí, poco a poco, de un modo natural, sin rupturas ni estridencias, decide cambiar la pintura por la escultura. En este pequeño pueblo, rodeado de montañas y primitivos bosques, Carlos encontró el lugar ideal para su trabajo, el lugar en el que a lo largo de casi 20 años ha realizado una parte importante de su obra y donde ha consolidado su personal estilo.

En 1995 traslada su domicilio a Cantabria, donde instala su taller y se dedica de pleno a la escultura durante 25 años, investigando en las formas a través de distintos materiales, alternando la madera, su gran pasión, con el hormigón y el hierro.

Ya en 2019 regresa de nuevo a Cereceda donde vuelve a mimetizarse con el entorno y a sentirse parte de él.