Amando "El Patillas" |
Al conocerse su fallecimiento el sábado en Santoña fueron muchos los personajes conocidos del mundo de la cultura, la política y la sociedad burgalesa en general que dedicaron unas palabras de aprecio al tabernero más conocido de la ciudad.
Amando fue el último de la saga familiar que regentó el mítico "Patillas", que su abuelo Elías, recién llegado de Villadiego, abrió el 2 de enero de 1914. Luego fue su padre, Baldomero, quien se puso detrás de la barra en 1936 y no dejó las riendas -sin cerrar nunca más que el día de la Virgen de Agosto- hasta 1999, aunque un joven Amando ya trabajaba con el padre mientras se dejaba crecer las Patillas. Fue en 1982 cuando empezó a poner vinos y cervezas en su tasca, que más que una taberna era un pretexto para el encuentro de músicos, cantantes y hasta algún bailarín de tangos.
Amando y su laúd se ganaron el corazón de una parroquia variopinta que encajaba a la perfección entre las paredes de este curioso local, tapizado de recuerdos, fotos e instrumentos. El origen de este local del que hoy todo Burgos presume, viene de su padre que montó una taberna para que todos sus amigos y todo el espontáneo que viniese tocara aquí. A ellos los dejaba los instrumentos que quisieran.
Tenía ese carácter que en Burgos se califica como asperón y no tenía reparos en dirigir su taberna como un capitán su barco, a golpe de genio y carácter.
"El Patillas" vivió infinidad de momentos gloriosos y recibió visitas ilustres. Como la de Joan Baez, a la que alguien en Nueva York aconsejó visitar "El Patillas" en su gira por España. Amando bailó y cantó y hasta tuvo confidencias rosas con la gran dama de la canción protesta.
Llegado el momento de la retirada, Amando se fue a vivir a Málaga con Chari, su mujer, con la que se casó en 1990. "El Patillas" vivió otra etapa fuera de la familia, siempre con la misma vitola de patrimonio del burgalesismo más castizo. Venía de visita, de cuando en cuando.
Trajeado y con enormes corbatas. Se dejaba ver y luego volvía al sur. Hacía un par de años que se había asentado en Santoña, donde falleció a la edad de 80 años.