No podemos permitirnos el lujo de no aprender nada de este baño de humildad que nos ha dado el coronavirus. Sería una necedad ignorar su mensaje. ¿Nos vamos a conformar con salir de la crisis? ¿Para entrar dónde?
Es hora de acceder a una dimensión del ser humano que hasta el momento no se ha desplegado del todo y que está deseando materializarse. Tomar el confinamiento como un periodo de crisálida y lanzarnos a volar por fin a la altura que nos corresponde.
Ya hace demasiado tiempo que nos conformamos con ser hombres y mujeres a medias, distrayéndonos de esta mediocridad con los innumerables estímulos que nos ofrece la sociedad de consumo.
Nuestra alma anhela una plenitud auténtica, no de sucedáneos, y una conexión con todos los demás seres. No dejemos que sea solo Internet lo que nos conecte virtualmente.
Percibamos una conexión mucho más sutil y a la vez más poderosa que nace del fondo de nuestro corazón y brota en busca de otros que resuenen con él y entremos, de una vez por todas, en la dimensión del amor.
María Osés. Esta casada y tiene dos hijos. No olvida que la pareja no es una unidad, es la suma de dos individualidades que da lugar a este tercer ente. Debes responsabilizarte de tus errores y quererte mucho para poder dar amor a los demás.
Estudiar la carrera de Derecho me sirvió para abrirme a la sociedad y entender cómo funcionaba.
Estudiar idiomas me regaló momentos de placer, traspasar fronteras y ganarme la vida disfrutando de lo que hacía —traducir textos— durante casi 30 años.
Formarme y trabajar como coach me ayudó a encontrar mi sitio en el mundo, después de que un cáncer de mama pusiera patas arriba mi vida entera y me regalara una segunda oportunidad preciosa.