Dublín |
Espiritual y musical, la Navidad austriaca prolonga durante cinco semanas las celebraciones que conmemoran el nacimiento del Niño Jesús. La madera, la nieve, el olor a ponche y el vals transforman en un cuento al país alpino durante estos días de invierno Una de las festividades más arraigadas de Irlanda es la de los Wren Boys, en la que jóvenes, estrafalariamente vestidos, salen a la calle el día de San Esteban y desfilan ruidosamente en procesión suelen ir ataviados con máscaras y palos y a todo aquel que les da dinero le regalan una pluma, según ellos, cargada de buena suerte.
Una de las tradiciones más singulares de la decoración navideña irlandesa es la colocación de una gran vela en la entrada o en alguna de las ventanas de la casa. Esta vela, que enciende el benjamín de la casa en Nochebuena, es un símbolo para dar la bienvenida a la Sagrada Familia y sólo podrá ser apagada por una niña o mujer llamada María DIA DE NAVIDAD.
En la comida del día de Navidad solía servirse pato, faisán, o el famoso ganso relleno de patatas con salsa de manzana que vuelve a ponerse de moda, pero con el tiempo ha terminado triunfando el pavo estofado con salsa de arándanos, bien acompañado de patatas asadas, coles de Bruselas y los típicos «Mince Pies» (pasteles de carne picada).El postre más tradicional de la Nochebuena irlandesa es el «plum pudding», un dulce hecho al vapor que se sirve con una salsa elaborada con mantequilla y coñac.
Además suelen hacerse otras delicias de la repostería como el pastel de frutas de Navidad que que hay que cocinar con mucha antelación porque necesita varias semanas para macerar y que se parte por la tarde para tomar acompañando a una buena taza de té. El día 6 de enero se celebra esta curiosa tradición irlandesa según la cual los hombres de la casa se encargarán durante ese día de la cocina y otros preparativos. La intención es que las mujeres descansen y disfruten sin más preocupaciones, al menos, durante esa jornada. Ganso relleno.