"Hay lugares a los que se puede llegar... Pero de los que no se puede salir”, con esa frase se anuncia la ópera prima de Macarena Astorga, que ha dejado la docencia para dedicarse a dirigir y que, al ser una auténtica fanática del cine de terror, ha decidido que su primer largometraje sea un thriller con toque fantástico basado en la novela homónima de Sandra García Nieto.
El protagonista es un escritor que vive horas bajas, Antonio Prieto, que decide pasar el verano en un pueblo de la serranía malagueña, donde espera encontrar la paz y la inspiración para su próxima novela. Nada más lejos de la realidad porque sobre el lugar sobrevuelan multitud de secretos del pasado mientras las gentes creen en maldiciones y supersticiones.
Lo primero que asombra es que para este debut como directora de su primer film (Macarena Astorga ya había filmado aplaudidos cortometrajes) haya podido reunir un reparto lleno de caras famosas como Javier Rey, la pequeña Luna Fulgencio (conocida por las dos películas de "Padre no hay más que uno") o Paz Vega, bien acompañada de su pequeña hija, Ava Salazar, de 11 años, que interpreta su primer papel en el cine.
Desgraciadamente el relato cinematográfico no cumple las expectativas despertadas, a pesar de que en su desarrollo ofrece guiños constantes a películas de aclamados directores de la Historia de cine como Stephen King, Stanley Kubrick o Steven Spielberg y, fundamentalmente, contiene imágenes que recuerdan al clásico de Frankenstein, es el caso de la escena de las antorchas por el monte o que en la trama haya una ciega que intenta acercarse el presumible monstruo.
Por cierto, una criatura monstruosa mal resuelta en maquillaje que tiene cierto aire en su fisonomía a Sloth, el gigante deforme que aparecía en la encantadora película de aventura de Los Goonies. Pero lo que decepciona de La casa del caracol es que es un continuo desfile de desbarajustes tanto narrativos como de actuación. Así, su montaje no es acertado y hay transiciones temporales y espaciales mal resueltas, se pasa de la luz a la oscuridad en segundos en una misma secuencia o los personajes se mueven de un lugar a otro a velocidad casi de la luz.
En cuanto a las actuaciones, la mala dicción de algunos actores hace que el espectador tarde en comprender el nombre de la criatura terrorífica a quien todos temen y que la leyenda del pueblo atribuye como responsable de cualquier matanza que ocurre en esos parajes.