Ahora que la pandemia ha supuesto un alejamiento de las ciudades y un regreso a los pueblos, Edurne Portela también vuelve a ellos, pero desde la literatura. No lo hace con una mirada idealizada, sino con una novela que ahonda en los recuerdos silenciados de muchos de sus habitantes.
La historia no sucede solo en las grandes urbes, también pasa por los pueblos y deja cicatrices igual de duras y permanentes.
Es justo en este punto donde la escritora centra «Los ojos cerrados» (Galaxia Gutenberg). En una población situada en medio de una sierra agreste se instala su protagonista, Ariadna, que no tardará en entablar contacto con Pedro, un anciano que conoce muy bien los fantasmas que recorren esas calles. A partir de ahí surgen los recuerdos.