Janet Malcolm |
Colaboradora también de medios como 'The New York Review of Books' o 'The New York Times Book Review', suya es una de las frases más citadas en las facultades de periodismo: «Todo periodista que no sea tan estúpido o engreído como para no ver la realidad sabe que lo que hace es moralmente indefendible. El periodista es una especie de hombre de confianza, que explota la confianza, que explota la vanidad, la ignorancia o la soledad de las personas, que se gana la confianza de estas para luego traicionarlas sin remordimiento alguno».
Se trata del comienzo de 'El periodista y el asesino' (1990), el libro al que siempre ha estado ligado su nombre. En él, la ensayista se centra en la historia de Joe McGinniss, abogado defensor de Jeffrey MacDonald, acusado de matar a su mujer y sus dos hijas. McGinniss se valió de esta relación de confianza con su cliente para escribir un libro en el que comentaba la culpabilidad del acusado.
Malcolm reflexiona a partir de este caso sobre la actividad del periodista, analiza las relaciones entre los informadores y las fuentes y aborda de manera nada complaciente la ética periodística. Dura y exigente, con este título Malcolm se coló en la vanguardia de la no ficción estadounidense, una condición que confirmó a lo largo de toda su carrera como ensayista y autora de una decena de ensayos, biografías y colecciones de artículos que la han confirmado como una francotiradora con una puntería exquisita.
Nacida en Praga en 1934, emigró con su familia a Estados Unidos en 1939, y en Nueva York pasó buena parte de su vida. Su carrera está ligada a 'The New Yorker', la revista más prestigiosa en el género del periodismo literario, o de largo aliento, desde que en 1963 empezara a publicar artículos sobre compras navideñas, libros para niños y textos relacionados con el hogar.
Pronto empezó a ocuparse de otros temas relacionados con el psicoanálisis en los que mostró esa mirada escrutadora e inquisitiva que la distinguían. 'Psicoanálisis: la profesión imposible' (1981) y 'En los archivos de Freud' (1984) son los dos libros que editó antes que 'El periodista y el asesino', publicado inicialmente en dos entregas en 'The New Yorker', donde empezó a interesarse también por el mundo del crimen.
En 'Ifigenia en Forest Hills: Anatomía de un juicio por asesinato' (2011) contempla desde todos los ángulos posibles un juicio por asesinato en una comunidad de judíos en el distrito de Queens, Nueva York. «La fragilidad humana sigue siendo la moneda con la que se negocia», escribe en la crónica en la que narra el juicio contra una doctora acusada de contratar a un sicario para matar a su exmarido en presencia de la hija de ambos.
Una de las partes más interesantes de un juicio son las charlas de banco en las que los abogados y el juez se quitan las máscaras que se han puesto para el jurado y los espectadores –dijo en una entrevista a 'The Paris Review'. Estas conferencias son captadas por los taquígrafos y aparecen en la transcripción, y a menudo aportan una nota de alta comedia.
Por su atención por los detalles se la temía como interlocutora; tenía fama de quedarse con todos los detalles. «Nunca comas frente a Janet Malcolm», advirtió Robert S. Boynton, autor de 'El nuevo Nuevo periodismo'. «Seguramente no sea una buena idea concederle una entrevista, ya que grabará en su cabeza, con una precisión devastadora todos tus gestos inconvenientes y tus tics nerviosos».
'La mujer silenciosa: Sylvia Plath y Ted Hughes' (1994), 'Leyendo a Chéjov: un viaje crítico' (2001) y 'Dos vidas: Gertrude y Alice' (2007) han sido sus acercamientos a la biografía. En ellos supera la tradicional estructura del género al proponer un viaje personal por las vidas de los protagonistas, relatos trufados de citas y lecturas de los autores estudiados. De la escritura de Malcolm destacan su capacidad para la sátira, la elegancia de su prosa y su manera de innovar en los géneros abordados.