Francia, finales del siglo XIX. Joseph Ferdinand Cheval (Jacques Gamblin) es un cartero que viaja todos los días por las aldeas de la región de Drôme. Un día conoce a la mujer de su vida, Philomena (Laetitia Casta) y de su unión nace Alice, a quién ama más que a nadie. Por ella, Cheval se propone un objetivo: construir un palacio increíble con sus propias manos. Pese a las dificultades, Cheval no se rendirá y dedicará 33 años a construir una obra extraordinaria que llamó la atención de artistas como André Breton o Pablo Picasso y que aún hoy es famosa en Francia.
Inspirada en hechos reales, este drama galo nos lleva hasta Francia a finales del siglo XIX.
Un cartero, apellidado Cheval, lleva andando el correo, todos los días, por las aldeas de la región de Drôme. Tras enviudar conoce a una mujer, Philomène, con la que tiene una única hija: Alice, y debido a que es un hombre inexpresivo, y de pocas palabras, para demostrarle su cariño a la pequeña se empeñará en construirle una extraordinaria obra de estilo naif, en la que empleará más de tres décadas.
Un cartero, apellidado Cheval, lleva andando el correo, todos los días, por las aldeas de la región de Drôme. Tras enviudar conoce a una mujer, Philomène, con la que tiene una única hija: Alice, y debido a que es un hombre inexpresivo, y de pocas palabras, para demostrarle su cariño a la pequeña se empeñará en construirle una extraordinaria obra de estilo naif, en la que empleará más de tres décadas.
Nils Tavernier, hijo del famoso director Bertrand Tavernier (Hoy empieza todo), se enamoró de este cartero silente y de su historia. Para ello tuvo que documentarse sobre la época y los personajes, e intentar entenderlos. Así Ferdinand era un tipo “raro”, al que no comprendían sus vecinos, que se encontraba pleno en la naturaleza y no en la sociedad. Como contrapeso, su esposa, mucho más sociable, era una mujer de su tiempo y le apoyaba incondicionalmente aunque no compartía algunas ideas y le reprochaba su terquedad. El primero está interpretado por el actor Jacques Gamblin, mientras la segunda por Laetitia Casta, que con la madurez no solo ha mantenido intacta su belleza sino que se ha convertido en una gran actriz.
De ritmo lento, tan pausado como el propio protagonista, los mayores problemas a los que se enfrentó el equipo técnico de la película fue filmar en un lugar clasificado como Monumento Histórico y reconstruir, paso por paso, el inicio de la construcción del Palacio.