El Museo Guggenheim de Bilbao presenta una de sus exposiciones más prometedoras:la vida y la obra de Vasily Kandinsky (Moscú, 1846 - París, 1944) o, mejor dicho, la relación que tuvo uno de los artistas más innovadores del siglo XX con su entorno. A través de 62 obras, de las 152 que componen la colección del artista propiedad de la Fundación Solomon Guggenheim de Nueva York, la exposición traza un recorrido paralelo entre la trayectoria creativa y la vital del artista, al situar las obras expuestas en cuatro secciones geográficas: Múnich, Moscú, de nuevo Alemania (Desau) y París, lugares donde residió.
La exposición refleja la evolución artística y biográfica del autor con los hechos históricos que vive, en un primer momento con su salida de Alemania durante la Primera Guerra Mundial; después de Rusia, con el ascenso de Stalin; de nuevo, de Alemania tras el auge del nazismo; para recalar finalmente en París, cuna de las vanguardias artísticas.
Abierta hasta el próximo 23 de mayo, la exposición cuenta con el patrocinio de Fundación BBVA y ha sido comisariada por Megan Fontanella, de la Fundación Solomon Guggenheim.
Kandinsky, reconocido teórico de la estética, se marcó en su obra como objetivo «liberar a la pintura de sus vínculos con el mundo natural», para lo que emprende una cruzada contra los valores estéticos convencionales, lo que le llevó a descubrir una temática nueva basada exclusivamente en la «necesidad interior» del artista, en su anhelo de un futuro más espiritual a través del poder transformador del arte.
De esta forma, a medida que sus contornos caligráficos y formas rítmicas revelan cada vez menos rastro de sus orígenes figurativos en sus etapas artísticas iniciales, Kandinsky comienza a desarrollar la abstracción y a formular lo que él mismo denomina «el oculto poder de la paleta».
Para el expresionista incluso las formas más abstractas poseen contenido «expresivo y emocional», donde el triángulo encarna acción y agresividad; el cuadrado significa paz y calma; y el círculo, el reino de lo espiritual y lo cósmico. La muestra repasa desde sus inicios durante la década de 1900, mientras se encontraba en Múnich, y donde empieza a explorar las posibilidades expresivas del color y la composición.