Más de siete meses después de que El Bosco se confinase en el Museo del Prado a causa de la pandemia, la pinacoteca madrileña reabre la sala dedicada a este enigmático pintor con un nuevo montaje, más despejado y deslumbrante, pero con una ocupación restringida: solo podrán disfrutar de este artista holandés 40 personas a la vez.
El autor de La Creación es uno de los mayores activos del Prado, solo superado por Velázquez y Goya. El museo atesora seis de las 20 obras que se le atribuyen, la más numerosa y la que mejor se conserva del mundo, en gran parte gracias a la obsesión coleccionista de Felipe II por sus enigmáticas y oníricas escenas.
Todas ellas pueden verse de nuevo en la sala 56 A del Prado, que permanecía cerrada desde el pasado marzo, como sucede con una parte del espacio de la pinacoteca por la crisis sanitaria. Sin embargo, la sensación que genera ahora la estancia abierta al genio de la pintura flamenca es completamente diferente.
Se han diseñado nuevos soportes más ligeros y menos voluminosos para los tres trípticos (El Jardín de las Delicias, Carro del Heno y La Adoración de los magos) y se ha creado un nueva vitrina para la mesa de los Pecados Capitales. También se instalado una pantalla que muestra detalles de las obras, se ha cambiado la iluminación -especialmente la parte trasera de los trípticos- y se han pintado de verde oscuro las paredes, lo que resalta los vivos colores de las obras.
Los nuevos soportes parecen sencillos, pero están formados por piezas metálicas completamente desmontables para que los cuadros se muevan lo mínimo en caso de que tengan que ser sustituidos. En su interior, se ha instalado una manta para protegerlos del fuego, el humo, el polvo o el calor en caso de emergencia y se montan en solo 2,5 minutos. Esta es ahora mismo la sala más moderna del Prado.