1933. La llegada de Hitler al poder cambia radicalmente la vida de Anna y su familia. Ella tiene nueve años cuando todo comienza, demasiado ocupada con sus cosas para prestar atención a lo que acontece en Berlín. Pero cuando un día su padre desaparece, se ve obligada a desarraigar toda su existencia. En su huida del horror nazi, deberá abandonar su país y dejar muchas cosas queridas atrás, como su conejo rosa de peluche. Con él también se quedará su infancia.
En el año 1933 Judith Kerr, una niña judía, tuvo que huir precipitadamente de su país junto con su familia (sus padres y su hermano) tras el ascenso de los nazis al poder ya que su progenitor, periodista y dramaturgo, se había declarado abiertamente contrario a las ideas de Hitler e iba a ser uno de los primeros en ser detenido. En su periplo recalaron en Suiza, Francia y Reino Unido. Kerr, convertida con los años en ilustradora y escritora de libros infantiles, en el año 1971 publicó el delicioso relato “Cuando Hitler robó el conejo rosa”, que narraba su infancia como refugiada de forma sensible, emotiva y con toques de humor, y donde situaba a un querido conejo de peluche, abandonado obligatoriamente en Berlín, como referente de las cosas arrebatadas por la barbarie. El libro se convirtió en un best seller mundial y El año que dejamos de jugar supone su traslación al cine y resulta encantador como su referente literario.
Es cierto que los niños, si tienen padres responsables y animosos, son capaces de afrontar una realidad dura incluso mejor que los adultos, pero eso no impide, como refleja este maravilloso retrato de unos años que cambiaron el mundo, que esos pequeños se vean abocados a enfrentarse a situaciones y responsabilidades que, en principio, por su edad “no les tocaba”.
Narrada en imágenes con estilo muy clásico, y bastante fiel al relato literario, la película va describiendo, desde la perspectiva de esa infancia robada, ese peregrinaje por una Europa prebélica que asiste alelada ante el alzamiento de regímenes totalitarios debido al descontento social, en el caso de Alemania engañados con un patriotismo falso teñido de racismo. No obstante, lo afortunado de este relato de exilio, donde se ofrece la mejor cara pero también la peor de algunos ciudadanos franceses, es que todo está contado con esa mirada ingenua y optimista de los niños, a pesar de los inconvenientes de esa situación: desde las privaciones económicas hasta la dificultad, en pocos años, de cambiar de país y de idioma, mientras se afronta la vida valorando lo fundamental
La película describe como telón de fondo, pero no de forma exhaustiva, las vejaciones que sufrieron los judíos que decidieron permanecer en sus países de origen tras la ascensión de Hitler al poder, algo que habíamos conocido por películas recientes como la recomendable La dama de oro, que aludía la batalla judicial emprendida por una mujer para recuperar un famoso retrato de su tía, del pintor Gustav Klimt ,que era una posesión de su familia y fue expoliado por los nazis.
La proyección tendrá lugar hoy sábado, día 14, a las 17:00 h. y 19:30 h. en los cines Van Golem.