Una de las obras de Guglielmo Caccia |
Ambos «estaban cubiertos por sendas mantas. Uno de ellos estaba cubierto con excrementos de palomas. Cuando los descubrimos, a Stefania ya mí enseguida nos parecieron muy bonitos», narraba Max Mazzola al diario 'La Stampa'. El fortuito hallazgo le pillaba junto a su esposa en mitad de las tareas de acondicionamiento de su nuevo hogar.
«No sabía si eran obras valiosos o no —explicó Mazzola a los periodistas—, pero para despejar la duda me dirigí a un amigo amante del arte que fotografió los lienzos y se los envió a la secretaria de Vittorio Sgarbi. El célebre crítico, coleccionista de Guglielmo Caccia y su hija Orsola, no tuvo dudas a primera vista», proseguía Mazzola en el citado medio. También consultaron a un galerista de Turín, Roberto Cazzuoli, quien asimismo confirmó la autenticidad de las obras.
El crítico les comunicó su intención de adquirir los cuadros (de 1,50 por 2 metros y que retratan una Virgen del Rosario y una Anunciación), sin embargo se percató de que están incluidos en una lista de cuadros robados. Fueron sustraídos de la parroquia Borgo San Martino, en el Bajo Piamonte, hace 25 años.
El matrimonio comunicó los hechos a la policía local, que les indicaron que informaran del descubrimiento a la Unidad de Patrimonio Cultural de Turín. La investigación está en curso y no han sido desvelados ni el nombre de los antiguos propietarios de la casa ni el lugar donde se encuentran ahora.