El Pórtico de la Gloria da un mensaje de esperanza al que llega. Los primeros afortunados en visitar de nuevo la gran joya que esconde la catedral de Santiago miran hacia arriba emocionados. Lo hacen con un estricto protocolo y en grupos reducidos. Su policromía totalmente restaurada impacta. Y la emoción aflora, porque los rostros semblantes, las túnicas coloridas y las miradas llenas de vida, permanecen ajenas al paso del tiempo.
Su conservación es fundamental por eso permanece encapsulada por una estructura de madera, separada del resto de la basílica, para que la humedad no estropee las policromías. Es alcanzar la meta después de un duro camino. Un reflejo de nuestra realidad, paso a paso, hasta volver a la normalidad.