Lou Ottens |
Lou Ottens dirigió el equipo que desarrolló el cassette en la compañía Hasselt, propiedad de Endhoven Philips, a principios de los años sesenta. En 1964 se culminó el invento y se mandó a fabricar en masa en Alemania. Un año después empezó a comercializarse en Europa, y en 1969 desembarcó en Estados Unidos con una tirada inicial de cuarenta y nueve títulos para The Mercury Record Company, una filial de Philips.
La idea de Ottens consistía en usar cintas magnéticas para grabar señales analógicas para la reproducción. La carcasa de plástico contenía dos carretes entre los que pasaba la cinta magnética, a unos 4,76 centímetros por segundo. Esta cinta magnética contenía dos pares de pistas estereofónicas, uno por cada cara: una cara se reproducía cuando se ponía la cara A para arriba, y la otra cuando se le daba la vuelta, es decir, cuando se ponía la cara B.
Ottens solía hablar en plural cuando le preguntaban sobre el invento de la cinta de cassette, porque tuvo un nutrido equipo bajo su mando. «El grupo de ingenieros que llegué a dirigir a finales de la década de 1950 y principios de la de 1960, estaba formado en su mayoría por jóvenes con experiencia en el diseño o fabricación de equipos de grabación y reproducción de discos, divididos en grupos y con sede en Eindhoven. Era un grupo mixto de origen belga y holandés. Tuvimos la suerte de poder recurrir siempre al conocimiento disponible en los laboratorios y fábricas del centro de investigación de Eindhoven, que estaba a cincuenta kilómetros. No estoy seguro de cómo de grande era el equipo... Tal vez en total 40 personas».
La cinta dio tres grandes saltos en los años setenta. El primero en 1971, cuando se empezaron a fabricar cassettes que combinaban la reducción de ruidos Dolby con una cinta magnética de dióxido de cromo. El segundo fue en 1974, cuando la empresa japonesa Maxell lanzó los cassettes con cinta virgen que permitían hacer copias de los álbumes originales, gracias a las grabadoras domésticas que a continuación comercializaron Pioneer, Sony, Akai, Technics y Sony. Y el tercero, que lo consolidó como formato portátil predilecto de los melómanos, fue en 1979, cuando Sony presentó el Walkman. Pero la llegada del CD, y después del disc-man, llevó a la cassette a un lento declive que se acentuó cuando se dejaron de fabricar walkmans en 2010.
En España, el cassette salvó a muchas músicas populares de la marginación, ya que permitió que siguieran vendiéndose sin problema en los puntos de distribución ajenos a la industria (gasolineras, etc...). Pero las ventas empezaron a caer drásticamente con el cambio de siglo, y las fábricas empezaron a cerrar hacia 2004. Dos años después, las ventas cayeron hasta las 8.000 unidades, lo que hizo dar por muerto al formato. Sin embargo, en enero de 2018, la consultora Nielsen hizo un estudio que dio toda una sorpresa a la industria musical: el año anterior, el cassette había tenido su mejor año en ventas desde 2012.
El crecimiento, nada menos que de un 74 por ciento en Estados Unidos y un 35 por ciento a nivel global, tuvo mucho que ver con el hecho de que las bandas sonoras de «Guardianes de la Galaxia» y «Stranger Things» se vendieron en este formato y le dieron un enorme impulso. Pero aquello no fue una anécdota. La nostalgia siguió pegando fuerte en 2018, año en que el crecimiento ascendió hasta un 125 por ciento en Reino Unido, y en 2019 se mantuvo la tendencia a la alta. Pero en 2020 el incremento de ventas fue del 103 por ciento en sus ventas con respecto al año anterior, según Official Charts Company, . De hecho, en seis meses se han vendido más cintas que en todo 2018. Este renacimiento del formato ha hecho que surjan nuevos proyectos como La Cassetería, una fábrica de cintas en Madrid.