martes, 7 de septiembre de 2021

Una obra maestra del Camino de Santiago en un pueblo de Palencia

Detalle del Pantocrátor de la iglesia de Santiago
Carrión de los Condes
reúne dos de las cinco sedes de LUX, la nueva edición de Las Edades del Hombre que se inauguró el 29 de junio. Las otras sedes de esta XXV edición, que estarán abiertas al público hasta finales de año, son la Catedral de Burgos y Sahagún de Campos, con lo que se quiere dar protagonismo a las tres provincias de Castilla y León que atraviesa el Camino de Santiago en este Año Santo Jacobeo.

La figura protagonista de este relato expositivo de ‘Lux’ es la Virgen María, así que no es de extrañar que la primera de estas sedes carrionesas sea la iglesia parroquial de Santa María del Camino, la más antigua de la bella localidad palentina, que cuenta con más templos que sacerdotes. A esta iglesia románica, situada a pocos pasos de la muralla medieval, aún parcialmente en pie, se dio en llamarla del Camino, precisamente por encontrarse en el punto medio de esa gran ruta de peregrinos que ha sido desde hace siglos el Camino de Santiago.

Santa María fue construida en el siglo XII junto a la puerta medieval de entrada a la población. Consta de tres grandes naves y posiblemente los arquitectos siguieron los modelos franceses característicos de otras iglesias del Camino. En su interior aún conserva una talla original de la Virgen en piedra policromada del siglo XIV y un Cristo gótico renano, conocido como Cristo del Amparo. Pero lo más digno de destacar quizá sea su hermosa portada.

La segunda sede carrionesa es la iglesia de Santiago, también construida en el siglo XII junto a un hospital para la atención de los peregrinos. Por aquella época Carrión contaba, según me asegura José Antonio Perrino, cronista oficioso de la villa, con más de sesenta mil almas, en su mayor parte judíos, dedicados a los más variados oficios, como muestran las arquivoltas de la portada de este singular templo románico, donde puede verse claramente hasta veinticuatro de estos artesanos realizando sus diferentes oficios, incluyendo la acuñación de monedas, algo que da idea de la potencia económica de esta población en la Edad Media.

Pantocrátor: una obra maestra

Pero lo más sobresaliente de la portada es sin duda el Pantocrátor, un maravilloso friso escultórico que reproduce a Cristo en Majestad, rodeado de sus apóstoles y del Tetramorfo, que simboliza a los cuatro evangelistas, según la visión del profeta Ezequiel. El ángel corresponde a Mateo, el león simboliza a Marcos, el águila a Juan y el toro a Lucas. La calidad de las esculturas y su excelente estado de conservación lo convierten en un hito del acervo carrionés, que contrasta fuertemente con la austeridad del románico de la época, por lo que muchos expertos quieren ver una clara influencia de la escuela francesa de Chartres.
Junto al río, otro Carrión

Junto al río, otro Carrión

Claustro del monasterio de San Zoilo
Pero hay otro Carrión junto al río, donde las aguas discurren con viveza entre frondosas arboledas y praderas de cuidado césped. Descender hasta sus verdes riberas es adentrarse en un mundo de vivificante silencio, donde los peregrinos se solazan de las durezas del Camino. Las aguas fluyen presurosas por su cauce, como anhelando entregarse al Pisuerga, que ya intuyen próximo. Nadie recuerda allí las iglesias, ni las tranquilas y centenarias calles de casas apretadas. Es otro mundo de naturaleza y silencio, un oasis impensable en medio de los páramos de Castilla.

Al otro lado del río, apartado del mundanal ruido, se levantan los milenarios muros de San Zoilo que los monjes franceses de la orden de Cluny convirtieron en el primer monasterio románico de España y la condesa Teresa, hija, nieta y biznieta de reyes, transformaría más tarde en un monasterio benedictino. 

Los avatares de esa abadía, que sufrió con dureza los años de la Desamortización, darían para un buen libro. Baste decir que los jesuitas terminarían convirtiendo el viejo cenobio en el primer centro religioso de España donde se impartió el bachillerato. Hoy es un hotel con muchísimo encanto (www.sanzoilo.com), rodeado de cuidadas praderas y con excelente cocina. Una visita obligada, con su espectacular claustro gótico florido, su iglesia, que un día fue románica y custodia con orgullo los sarcófagos de la Infanta Teresa y de los Condes de Carrión. Todos los salones del hotel conservan elaborados techos artesonados. En su conjunto, es una visita que ningún amante de las artes y la historia puede obviar. Como premio pueden disfrutar un gratificante refrigerio en sus acogedores jardines.