Ciudadela inca de Machu Picchu |
Otra información de estos días subraya también cómo el turismo trata de acercarse de una u otra forma esa idea de futuro sostenible. El pasado 2 de septiembre, el distrito y el santuario histórico del Machu Picchu se convirtió en la primera maravilla del mundo y el primer gran destino turístico internacional en obtener el Certificado Carbono Neutral.
El valor arqueológico del Santuario Histórico de Machu Picchu es bien conocido: es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1983 y una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno desde 2007. Sin embargo, sabemos menos de la riqueza natural de la zona, hábitat natural de especies como el oso andino (tremarctos ornatus), además de aves y orquídeas endémicas. Estamos ante uno de los ecosistemas más frágiles y amenazados del planeta.
En Perú se estima que cerca del 5% del total de emisiones están relacionadas con el turismo. Ahora, el objetivo de Machu Picchu Carbono Neutral es reducir en un 45% las emisiones de carbono para el año 2030, y alcanzar las cero emisiones (carbono neutralidad) para el año 2050, conforme al marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático recogida en el Acuerdo de París.
La distinción que otorga Green Initiative, la principal institución mundial en materia de responsabilidad climática, reconoce el logro de este destino peruano en la neutralización de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). En los últimos años ya se habían ejecutado acciones enfocadas hacia la descarbonización, entre ellas la instalación de una planta de tratamiento de residuos orgánicos, que transforma la basura en carbón natural (biocarbón). O la reforestación de un millón de árboles para el Santuario Histórico de Machu Picchu.
El antiguo santuario del Machu Picchu es una joya inca del siglo XV situada a 2.430 metros sobre el nivel del mar. Una joya conocida en todo el mundo. Antes de la pandemia llegaron a acceder a la ciudadela hasta 7.000 personas diarias.
En 2019, ante las advertencias de la Unesco, ya se dio un primer paso para reducir las visitas a la ciudadela, con un nuevo sistema de entradas que exigía optar por una hora concreta para el acceso y limitaba el tiempo de permanencia. Ahora, con el nuevo enfoque surgido de estos meses parece que, al menos a corto plazo, no se volverá a llegar a las cifras récord. En la actualidad se admite un máximo de 2.244 visitantes diarios, y se cree que en los próximos meses -a fin de año- podría llegarse a un techo de unos 3.000, lejos en cualquier caso de la media de 2019 (unos 4.000).