Las tierras altas de Escocia son un cajón infinito de leyendas donde la naturaleza es la protagonista. No es de extrañar, los paisajes que las conforman parecen estar en una pelea apacible constante y a la que las personas supieron añadirse a lo largo de los siglos. Montañas, conjuntos de piedras, lagos… y tierra que sobresale de esos lagos, resultan conjurados por la propia naturaleza pero también por el misterio humano no resuelto.
En las llamadas Hébridas, una isla artificial asoma entre las aguas con el mismo nombre, y nadie sabe aún cómo y por qué fue creada. Conocida como crannog, no es la única existente: cerca de 600 como esta, de diferentes formas y tamaños, se han registrado hasta la fecha en la zona continental del país.
Construidas lo suficientemente grandes como para albergar grandes casas circulares comunales o grupos de viviendas más pequeñas, y unidas por calzadas o muelles a las costas de innumerables lagos en lugares salvajes, estas islas guardan mucha historia y apenas se sabe nada de ellas.
La palabra crannog se traduce del gaélico como "hijo de árbol" o "árbol joven", refiriéndose al hecho de que sus cimientos se construyeron clavando largas pilas de madera en el lecho de un lago para rellenar el interior con piedras u otros materiales naturales después con el fin de hacer sólida y sostenible la base. La gente vivió en estas plataformas elevadas sobre el océano durante miles de años, en algunos lugares, hasta el siglo XVII
Hace una década, un buzo retirado de la Royal Navy, Chris Murray, descubrió por casualidad que fueron muchos más miles de años los que pasaron sobre las curiosas islas al encontrar en el interior de una de ellas cerámica de radiocarbono del 3600 a. C., lo que evidenció que aquellos archipiélagos acogieron a la civilización en las Islas Británicas antes que el Stonehenge, incluso antes que las primeras pirámides de Egipto