jueves, 6 de mayo de 2021

Cinco misterios de Burgos: historias olvidadas y rincones secretos

La ciudad del Cid es villa de misterios. Burgos esconde secretos entre los muros de su catedral y bajo las baldosas de sus calles. Empezando por el nombre de la ciudad, que no proviene del término ‘
burgo’, como el resto de poblaciones jacobeas. Su origen está en la pluralización de ‘burg’, del griego pyrgos, que significa torre o fortificación.

Burgos es ciudad de peregrinos, y a lo largo de la Edad Media, los mercaderes y quienes realizaban el Camino de Santiago, dejaron huella en la historia de la villa. En sus calles, podemos ver las fachadas de las que fueron las casas de los nobles, que antes, compartían calle con hospitales y albergues. La historia de la ciudad está marcada por la magia y el enigma del Medievo, y por ello, hoy os traemos cinco misterios de Burgos para conocer mejor todo lo que esconden estas calles.

El rostro borrado de la catedral
El claustro alto de la catedral de Burgos es un espacio que se empleó para diversas funciones: desde enterramientos hasta ser un lugar donde se llevaban a cabo celebraciones liturgias. En él, se encuentra una figura humana, en la que los visitantes no suelen reparar. Se trata de un busto con el rostro borrado. 

El busto podría ser un clérigo o un monje, ya que lleva un oscuro atuendo, y además es la única figura pintada de negro en la catedral. A simple vista, parece que la piedra se deterioró con el paso del tiempo, pero tras investigar, se descubrió que fue borrada deliberadamente para evitar supersticiones. En la cara, que es la única parte dañada de la figura, aparecen huellas de herramienta, signo de que alguien raspó intencionadamente la figura. Además, se descubrió en un registro de 1600 que el cabildo mandó quitar el rostro de una figura en la entrada del claustro para evitar supersticiones. ¿Sería esta la figura a la que se refería?

El Papamoscas
El Papamoscas es uno de las mayores atracciones turísticas de la catedral de Burgos. Es una figura que abre y cierra la boca cuando el reloj marca las horas, pero que además, alberga una romántica leyenda. El Papamoscas fue una obra encargada por el rey Enrique III ‘El Doliente’, que acudía todos los días a rezar a la catedral. Un día se fijó en una joven que rezó ante la tumba de Ferrán González, pero no se atrevió a dirigirse a ella hasta varios días después, cuando esta dejó caer un pañuelo al lado del rey. Cuando la muchacha se fue, el rey escuchó un doloroso lamento, y a partir de entonces la joven no volvió a ir a la catedral.

Cuando el rey preguntó por ella, descubrió que en la casa donde la vio entrar no vivía nadie, porque todos sus habitantes murieron con la peste negra. Por ello, el monarca mandó construir un reloj para la catedral, que se asemejara al rostro de la joven y que emitiera un lamento como el que escuchó cuando el reloj diera las horas. Pero el escultor no logró plasmar el rostro de la joven, y solo logró que el muñeco lanzase un graznido, por lo que años después, el sonido desapareció.

Leyenda de doña Lambra y los Siete Infantes de Lara
Gonzalo Gústioz, Señor de Salas, estaba casado con doña Sancha, y juntos tuvieron siete hijos: los infantes de Lara. En la boda de Ruy Velázquez, el hermano de doña Sancha, con doña Lambra, se enfrentaron los familiares de la novia con los infantes de Lara. Un primo de doña Lambra murió a manos de Gonzalillo, el menor de los siete infantes. Pasado un tiempo, el muchacho fue visto por doña Lambra bañándose desnudo, por lo que esta mandó a su criado a humillarle. Pero Gonzalillo reaccionó y mató al criado.

Mientras, los siete hermanos habían sido dirigidos hacia una emboscada ante tropas musulmanes, donde fueron decapitados. Por orden de Ruy Velázquez, mandaron las cabezas a Córdoba, donde fueron colgadas en frente de la casa de sus padres. El señor de Salas, durante su cautiverio, tuvo un hijo con otra mujer. Pasados los años, este muchacho vengó la muerte de sus hermanos, matando a Ruy Velázquez y quemando el palacio de doña Lambra con ella en su interior.

El asesinato en la tumba de El Cid
En la catedral de Burgos podemos encontrar la tumba del héroe castellano El Cid, donde ocurrió un asesinato. En 1869, el Gobierno había dado orden de la incautación de los archivos de la iglesia. El gobernador civil de la ciudad acudió a la catedral acompañado solo de un inspector de policía. Allí, se encontraron a manifestantes en el exterior, que lograron entrar en la catedral derribando una de las puertas. Dentro, uno de los asaltantes golpeó al gobernador con un martillo, y después le estranguló y destrozó su cráneo en las escalinatas de la catedral.

Misterio de la cripta oculta
En el centro del corazón de Burgos, en la plaza de los Castaños, se esconde un secreto: una cripta. Son los restos de la primitiva iglesia de San Llorente, mandada construir por Fernán González. En 2008, las obras de reforma de esta calle sacaron a la luz muros de este templo, que data del siglo XI. Durante unas obras en los años 80, se descubrieron restos del templo, pero se consideró que eran de escaso valor y se siguió con la construcción del edificio.

A través del edificio demolido en los años 80, había un pasadizo subterráneo que llegaba a la cripta. Pero con su destrucción y la obra posterior, ya no hay manera de acceder a la sala que se comunicaba con el edificio, donde se encontraba una bóveda de mediocañón. Además, se cree que bajo este templo, hay aun restos arquitectónicos más antiguos, de una iglesia más nueva que la que se descubrió y quedó sepultada por el hormigón.