martes, 25 de mayo de 2021

Descubren una pirámide prehispánica de 9 metros de altura enterrada en una ciudad de México

En Tlalmanalco (Estado de México), donde Hernán Cortés pasó una noche camino de Tenochtitlan, arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han descubierto vestigios del basamento una pirámide prehispánica de 12 por 18 metros de base y unos 9 metros de altura, con tres niveles.

La construcción, que hoy se encuentra rodeada de construcciones contemporáneas, en las céntricas calles de El Naranjo y Guerrero, cruce con la avenida de La Rosa, fue parte del centro urbano de la capital de Tlacochcalco, el altépetl o señorío principal de la liga de pueblos chalcas: la Chalcayotl, durante el periodo de ocupación mexica.

Los restos de la edificación son parte del totehuacan, el barrio central de Tlalmanalco. Ha dicho que es un continuo de plataformas y nivelaciones, reflejo de una ocupación prehispánica, «pero desgraciadamente se han levantado casas sobre ellas». Por fortuna, el dueño del predio donde se localizaron los vestigios, antes de construir en el lugar recurrió al Instituto para que examinara un montículo que existía en el terreno, donde se descubrió la estructura.

Los elementos del basamento descubierto son solo una tercera parte del volumen de la construcción, el resto fue arrasado por la mancha urbana. Sin embargo, se ha detectado un cuerpo arquitectónico de tres niveles, cuya base mide 12 por 18 metros, aproximadamente, y cerca de 9 metros de altura, desde el desplante de los muros hasta la parte superior.

Uno de los especialistas que forma parte del proyecto, el arqueólogo y arquitecto Ricardo Arredondo Rojas, destacó que en el primer cuerpo se encontraron unas cuarterías con restos de pisos de estuco, con las que se determinó la altura de los muros.

Arquitectónicamente, dijo, la estructura presenta dos fases de ocupación. La primera, de 1350 a 1465 —durante el momento hegemónico de Chalco—, muestra clara influencia chalca, con un sistema constructivo que utiliza argamasas a base de cal y tezontle triturado, así como fango del lago como aglutinante, destacando, por su técnica, el trabajo canterano de piedra.

La segunda etapa, con ocupación del Imperio mexica en esa región (a partir de 1465 y hasta al momento del contacto con los españoles), corresponde a la fase de ampliación del basamento, lo que se aprecia con la serie de cajones para rellenos constructivos edificados en esa área. La calidad de la obra decae completamente, se vuelve más tosca, lo que indica cambios en la ocupación y el sentido del espacio urbano. Esto último demuestra cómo le ganaron terreno a la barranca cercana, atiborrando la estructura con estas casillas que la sustentaban, las cuales llenaron de material cerámico de desecho de una época anterior.