Ciudadela de Namur |
Elevándose hasta los 190 metros y sumergiéndose bajo tierra con galerías de siete kilómetros de recorrido, la Ciudadela de Namur, en la ciudad valona del mismo nombre, es una de las visitas imprescindibles para conocer el corazón histórico del Viejo Continente.
Su importancia histórica y patrimonial radica en su posición táctica, en una colina sobre el río Mosa que permite observar Namur a vista de pájaro. Pero si se ganó el apodo de termitero fue por sus siete kilómetros de túneles subterráneos, toda una hazaña militar del siglo XVI, que es cuando se empezaron a construir. Un siglo después se construyó una nueva defensa,
Sin duda, un baluarte con un gran poder militar y que paradójicamente tuvo poca relevancia en las dos guerras mundiales. De hecho, fue a partir de del 1890 cuando la Ciudadela de Namur empezó a transformarse en un lugar más social, con la construcción de un hotel, un teatro y un campo de juego en sus alturas. Aunque hoy en día no existen estas atracciones, fue la primera vez que se reflejó lo que la Ciudadela de Namur es hoy: un lugar para disfrutar de la capital valona con unas panorámicas de ensueño.
Con esta dilatada historia, no cabe duda de la importancia turística de la fortaleza. A día de hoy, existen tres visitas guiadas para conocer lo que esconde la Ciudadela de Namur, aunque están en pausa debido a las restricciones en la región. La más espectacular es la que recorre las catacumbas, que recorre 500 metros de galerías restauradas con animaciones 3D y efectos de sonido.
El centro Terra Nova es la segunda gran visita de la ciudadela. Ubicado en un antiguo cuartel militar, narra 2.000 años de historia urbana y militar europea con la fortaleza valona como protagonista. Aunque la visita más amena es la que se hace en el tren turístico, que recorre con un guía la zona amurallada y permite disfrutar de las vistas de la ciudad y de su ritmo de vida.