Pierre es el ambicioso consejero delegado de un gran grupo familiar, aspira a conseguir el contrato del siglo pero, para ello, debe conseguir la firma de su primo Adrien, un solitario soñador, algo locuelo, que está feliz de pasar un tiempo con su pariente, lo que le llevará a retrasar la firma y a embarcarse con su primo en un viaje de negocios que provocará que salten todas las alarmas.
Si conocen el cine francés, serán conscientes que esta divertida comedia reúne a dos grandes actores que están en las antípodas en su forma de interpretar. Del popular François Damiens (con papeles inolvidables como en la recomendable Los seductores) se conoce su afición por la improvisación, propiciada por su gracia natural que provoca carcajadas, aquí interpreta a un tipo sensible, de gran corazón. Mientras que el mencionado Lindon es un trabajador perfeccionista que se involucra mucho en los proyectos, ahora se ha embarcado en algo totalmente diferente y vuelve a demostrar que posee un talento fuera de discusión metiéndose en la piel de un hombre encerrado en sí mismo y en su carrera profesional.
La película supone un “tour de forcé” entre ambos, dando vida a dos tipos que no se soportan pero que se ven obligados a estar juntos y donde las escenas de acción se alternan con otras más lentas, con más carga emocional, con el único objetivo de que la gente disfrute de una sesión donde todo el mundo es bueno… De ahí que aunque el desenlace pueda parecer algo increíble está dentro de la órbita del argumento.
