El pintor maño es la fuente de inspiración de un original ritual en el Hammam Al Ándalus de la capital, situado en un antiguo aljibe abovedado con más de cuatro siglos de antigüedad.
Una botella de moscatel y unos generosos trozos de turrón de guirlache reciben al visitante nada más entrar por la puerta. No es la bienvenida más común en un baño árabe, pero es que éste, Hammam Al Ándalus, ubicado en la madrileña calle de Atocha, a apenas unos pasos de la Puerta del Sol, tampoco lo es. Para empezar, es el único de la capital levantado sobre los restos de un aljibe abovedado del Mayrit musulmán, con más de cuatro siglos de antigüedad. Para seguir, su arquitectura y su historia lo convierten en uno de los más bonitos de España.
El protagonista de este otoño-invierno es Francisco de Goya (de ahí el momento castizo del moscatel y el guirlache), que ha servido de inspiración para «una experiencia que pretende trasladarnos a la infancia y recuperar la sensación de libertad, inocencia y felicidad de esos años», explica la anfitriona Rosa María Castilla.
El plan permanecerá hasta el próximo 16 de enero en el retoño madrileño del grupo Hammam Al Ándalus, que cuenta con otros cuatro repartidos por España: en Granada (considerado uno de los baños termales más bellos del mundo), Córdoba (declarado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco), Málaga y Palma de Mallorca. El objetivo de todos es reinterpretar de manera contemporánea los antiguos baños árabes.
La propuesta capitalina arranca frente a una gigantesca pantalla móvil montada en el zaguán de bienvenida que reproduce "El columpio de Goya", presente en el Museo del Prado y que representa «a una familia que ha salido al campo a divertirse», como el propio autor dejó escrito. «Este cuadro es perfecto para volver a la niñez y avanzar lo que viene después».Junto a la pantalla, un balancín cuelga del techo. En él se sientan los visitantes antes de comenzar para realizar el ritual del lavado de manos. Hay que elegir una esencia: ámbar, violeta, rosa o lavanda.