Ante su inminente fallecimiento debido a una cruel enfermedad, un joven limpiacristales, padre soltero de un niño de cuatro años, dedica los últimos meses de su vida a buscar la familia perfecta para su hijo cuando él falte. Pero no lo tiene fácil.
El director Uberto Pasolini, conocido como productor de Full Monty, se decidió a escribir y dirigir esta historia cuando leyó la noticia en un diario escocés y le conmovió, especialmente, la relación de ese padre enfermo con su hijo quien, en la mayor prueba de amor y generosidad, se preocupaba poco de su enfermedad y cercana muerte y mucho más de qué ocurriría con su hijo cuando él falleciera y se quedara solo en el mundo. A partir de aquí, Pasolini, inició un viaje argumental totalmente ficticio para el desarrollo de la película puesto que los servicios sociales, para proteger la intimidad de ese niño y su familia adoptante, no le dieron más datos de con quien acabó viviendo el menor.
Pasolini, con buen criterio, ha optado por una cinta nada sentimentaloide, narrada a través de los hechos cotidianos que comparten padre e hijo y donde nunca cae en el dramatismo, porque ese padre valiente nunca quiso preocupar a su pequeño. Se trata de una película amable, que apela a los buenos sentimientos, aunque su final sea un poco inesperado.