Una de las paredes del bar |
El local cerró sus puertas el 1 de noviembre de 2017 y, tras ponerse al día en cuestión de licencias municipales y lograr la protección tanto de la Junta de Castilla y León como del Ayuntamiento por tratarse de un establecimiento singular, lo hará de la mano de Rubén de Velasco, un joven hostelero con experiencia en el "Taverner Celtic Center" (Los Vadillos). Promete conservar al máximo posible el espíritu de Amando Quintano, fallecido hace justo un año, y confía en que "el duende" del que tanto hablaba su legendario tabernero vuelva a habitar entre sus cuatro paredes, aunque eso nadie puede garantizarlo.
La fórmula seguirá siendo la de siempre: vinos y cervezas, con algún refresco para los que no quieran alcohol. Habrá nevera, eso sí. Y lavavajillas. Y una pila con desagüe como Dios manda, enganchada a la red de alcantarillado para que no vuelva a hundirse el suelo junto a la barra. Y también luz a 220, porque la anterior iba a 125 y no era cuestión de seguir tentando a la suerte.
El acondicionamiento del local, llevado a cabo a lo largo de los últimos tres años, ha corrido a cargo del propietario del local, Valentín Fernández, un antiguo cliente que se lo compró a Amando Quintano en mayo de 2018 y que durante todo este tiempo ha llevado a cabo esta modernización antes de arrendárselo a De Velasco. La taberna permanece intacta. Apenas se ha renovado el suelo hundido, se ha ensanchado el paso hacia la zona de la música para permitir el acceso con sillas de ruedas y se han tratado unas humedades en la entrada. Las paredes siguen llenas de fotos, los carteles taurinos decoran la barra y las guitarras cuelgan junto a los retratos de las tres generaciones de 'Patillas' que lo regentaron. Sigue siendo un templo para los más fieles.
Propietario y gestor anuncian con alegría que "si todo va bien" dentro de un par de semanas habrá fiesta de reinauguración, con aforo limitado como exige el momento pandémico, y luciendo una placa con la licencia municipal definitiva lograda en noviembre de 2020.
Rubén se confiesa un "Patillero de pro" que llegó a trabajar con Amando echándole una mano, subiendo y bajando cervezas de su casa.