jueves, 7 de octubre de 2021

La catedral más espectacular del mundo está construida toda con sal

Huele a sal desde que uno pone un pie en el municipio colombiano de Zipaquirá, a 48 kilómetros de Bogotá y salpicado de minas para la extracción de este mineral desde el siglo V. Eso sí, el aroma se intensifica aún más en cuanto te vas acercando a la llamada Catedral de Sal, una impresionante mole con capacidad para 10.000 personas situada a 180 metros bajo tierra. El nombre no es metafórico. Sí, es una catedral pura y dura, con su altar, su atrio, su órgano, su misa cada domingo y hasta su capilla para bodas (con su interminable lista de espera también).

Y sí, está hecha de sal. De arriba abajo. Del túnel de entrada a modo de pórtico multicolor (va cambiando el tono según se avanza) a las tres naves superpuestas en forma de galerías subterráneas en las que está dividida. Antes de nada, un aviso. Claustrofóbicos, olvidaos de hacer una visita. Las dos horas de media que suele durar como mínimo ésta se realiza siempre bajo tierra y con una luz tenue en prácticamente todo el recorrido.

Una vez dentro, su carácter religioso es innegable, pero destaca aun más si cabe el artístico, ya que todo el edificio está salpicado de piezas realizadas ex proceso para este original santuario. Desde las que componen el Vía Crucis por el que pasó Jesucristo en su camino hacia el calvario hasta una copia de La creación del hombre de Miguel Ángel, pasando por la cruz más grande del mundo instalada de forma subterránea (mide 16 metros de altura) y la monumental cúpula de 11 metros de alto con ocho de diámetro.

El santuario forma parte del complejo Parque de la Sal, de 32 hectáreas, dedicado a la minería, la geología y los recursos naturales y en el que hay espacio para un museo interactivo, una área de bosques o un embalse. Eso sí, la joya de la corona es la catedral. Su construcción dentro de la mina (ya sin funcionamiento) supuso una de las mayores obras de ingeniería de Colombia (y de medio planeta), ya que se tuvieron que extraer 250.000 toneladas de sal para levantarla.

Por algo la Catedral de Sal está considerada la primera maravilla del país latinoamericano, título con el que se alzó en un concurso en el que se elegían los siete lugares más impresionantes, entre los que destacan otras como la arquitectura militar de Cartagena de Indias o el parque arqueológico de San Agustín, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Aun así, la Catedral de Sal encabezó el ránking. Motivos le sobran, ya que no hay una edificación así en el mundo, salvo una capilla levantada dentro de las minas de Wieliczka, en Polonia, que no puede competir en espectacularidad.