Al llegar el mes de octubre, empieza la cuenta atrás para el cambio de hora y parece que un ambiente de tristeza se apodera de nosotros nada más pensarlo. Menos horas de sol y en consecuencia tardes más cortas que no invitan a estar en la calle, sino a ir directo a casa cuando se sale del trabajo. La noche del 30 al 31 tuvo lugar una vez más el controvertido cambio de hora y a las 3 de la madrugada volvieron a ser las 2.
El cambio de hora sí nos afecta, ya que el cerebro tiene que adaptarse al cambio de exposición a las horas de luz. Lo que ocurre es que unas personas experimentan síntomas más duraderos e intensos que otras. Algunos de estos son irritabilidad, somnolencia, apatía, cansancio, dificultad para concentrarse y un bajo estado de ánimo. Si estas señales perduran pasadas una o dos semanas, es recomendable acudir al médico o al psicólogo.
La disminución de la exposición a las horas de luz produce un cambio en nuestros ritmos circadianos. Esto lleva a que nuestro cerebro segregue mayor o menor cantidad de melatonina y cortisol. Ambas hormonas tienen su función en los ciclos de vigilia y sueño. Así, los niveles de cortisol disminuyen cuando vamos a dormir y aumentan cuando hay que despertarse, mientras que los de melatonina se incrementan durante la noche para avisar a nuestro cerebro de que es hora de acostarse. Por tanto, según los estudios, este horario resulta más funcional en invierno en el sentido de que nos ayuda a levantarnos con luz y dormirnos con oscuridad.
En contrapartida, la falta de horas de luz influye en nuestro estado de ánimo. La menor exposición al sol –explica esta psicóloga– afecta en los niveles de vitamina D, que está relacionada con la depresión. «Es lo que conocíamos antiguamente como depresión estacional», apunta. La fototerapia es una herramienta terapéutica que, a través de la exposición a la luz artificial, puede ayudar a contrarrestar los síntomas derivados de este suceso.
Cómo adaptarnos
- Aprovechar los momentos del día en que puedas estar en contacto con el sol
- Comienza a acostarte más temprano para acostumbrar al cuerpo
- Sigue con tu hábito de actividad física
- En el caso no de hacer deporte, incorpora alguna pequeña rutina de ejercicios
- Intenta mantener al máximo tus costumbres diarias
No a todas las personas les afecta por igual. Los bebés y las personas mayores pueden presentar mayores síntomas. También aquellos con algún diagnóstico psiquiátrico pueden verse influenciados durante unos días, experimentando angustia, más dificultad para conciliar el sueño o apatía.