sábado, 14 de enero de 2023

Un sepulcro de 4.600 años en Almendralejo

Sepulcro Prehistórico de Almendralejo
Almendralejo
, situado en la provincia de Badajoz, cuenta con una amplia oferta patrimonial, arqueológica, cultural y gastronómica perfecta para descubrir en una escapada de fin de semana. 

Esta ciudad invita al visitante, entre otras cosas, a pasear por sus calles blancas salpicadas de casas solariegas y palacios, como el de los Condes de Osilo o el de los Condes de la Oliva, a descubrir algunos de sus principales monumentos, como la iglesia de Nuestra Señora de la Purificación de estilo herreriano en la que destaca su gran torre bautizada 'de los Almendros', el Palacio de Monsalud que es el actual Ayuntamiento y el lugar donde nació Espronceda, su singular plaza de toros, la única con bodega bajo sus gradas, el Convento de San Antonio, actual casa de cultura y biblioteca municipal o la iglesia neogótica del Corazón de María que llama la atención por la espadaña de su portada, y a disfrutar de un turismo enológico de calidad descubriendo sus bodegas tradicionales.

Un tesoro arqueológico por descubrir

Más allá de todas estas opciones, Almendralejo guarda bajo sus límites una joya por descubrir, el Sepulcro Prehistórico de Huerta Montero, que considerada una de las sepulturas más singulares de Extremadura, tiene una antigüedad de unos 4.650 años (tercer milenio a.C.), según indican los análisis de C14. Este yacimiento fue descubierto en 1988 y después de numerosos trabajos de investigación y de adaptación para su visita fue abierto al público en 2011.

El sepulcro se construyó excavando en el caleño hasta una profundidad de dos metros. Tiene una longitud de 15,4 metros y se divide en tres partes: los siete primeros metros corresponden a la rampa de acceso, continúa con cuatro metros de corredor que desembocan en una cámara circular techada con una falsa bóveda (desaparecida) de 4,6 metros de diámetro.

La de Huerta de Montero se diferencia de la mayoría de las tumbas de esta época por haberse construido en el subsuelo siendo la falsa cúpula y el túmulo que la cubría las únicas partes aéreas. El carácter subterráneo permitió que al derrumbarse la bóveda se sellara todo su contenido preservándolo en un gran estado hasta nuestros días.

Según los análisis, se utilizó como lugar de enterramiento colectivo, como era tradicional en la época, durante unos 1.000 años. En total se enterraron 109 individuos. Los huesos aparecieron muy deteriorados y revueltos por toda la cámara, pero se pudo detectar a un individuo colocado en posición fetal, que es como originalmente se depositaban. Los estudios realizados también han desvelado que este era un lugar donde residían los antepasados y donde posiblemente recibieran culto. En este sentido se ha interpretado que la orientación de la tumba proyectada para que el sol penetre a través del corredor en la cámara el día más corto del año puede estar motivada por una ceremonia que se realizaba para ofrendar la luz del sol nuevo a sus difuntos.

La construcción de la tumba señala el perfecto conocimiento que nuestros ancestros tenían de su entorno utilizando los materiales a su alcance de una manera bastante efectiva.