Desde hace años, vivimos cambios sin precedentes provocados por el avance de la digitalización. Hoy no entendemos la vida sin internet, nos parece inconcebible no chatear por WhatsApp o no disfrutar de nuestras series favoritas en alguna plataforma de "streaming". Son solo tres ejemplos de hasta qué punto la tecnología ha cambiado en poco tiempo nuestro día a día.
Los datos avalan esta nueva realidad. Hoy, el 92% de la población española utiliza internet y el 96% de los hogares dispone de banda ancha, según el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI).
Algo parecido ocurre con los teléfonos inteligentes, que ya son los dispositivos más utilizados en nuestro país para conectarse a la red por el 96% de los ciudadanos, tal y como se desprende del estudio "Mobile y Conectividad Inteligente 2021", elaborado por IAB Spain.
Una de las consecuencias de esta alta tasa de penetración del smartphone es el impulso de la demanda de productos y servicios digitales. Los teléfonos no solo sirven para recibir o realizar llamadas, enviar mensajes de texto o chatear. A través de ellos, podemos conectarnos a las redes sociales, enterarnos de lo que sucede en el mundo a través de los periódicos digitales, escuchar la radio y ver la televisión, comprar en grandes cadenas de distribución o en comercios más modestos y realizar gestiones con la Administración, entre otras utilidades.
Casi la mitad de las personas que compran on-line lo hace a través del móvil, ya que les resulta más fácil y cómodo. Este salto tecnológico ha impulsado un cambio en los hábitos y las expectativas de los consumidores, cada vez más acostumbrados a las ventajas de la experiencia digital.
La banca española, la segunda más digitalizada del mundo, no es ajena a esta realidad. En España, el uso de la banca on-line supera con creces la media de la UE y ya se ha convertido en el canal preferido de atención al cliente. El 72% de los usuarios prefiere interactuar con su entidad financiera a través de medios digitales. Esta realidad obliga al sector bancario a un continuo proceso de innovación para retener y captar a nuevos clientes.
Igual que, en su día, los cajeros automáticos o las tarjetas de crédito facilitaron las compras y los pagos, el desarrollo de la banca digital ha permitido mejorar la experiencia de muchas personas, que pueden operar hoy con su entidad bancaria de manera más ágil, cómoda y segura.