"Puppy" |
En realidad, la primera versión de 'Puppy' nació en 1992, cinco años antes de llegar a Bilbao. Fue en principio una obra un metro más pequeña, de madera, creada ser instalada de manera temporal en el patio de honor del castillo barroco Waldecker, en la ciudad alemana de Bad Arolsen, coincidiendo con la Documenta 9 de Kassel. El cachorro de 'west highland white terrier' -una raza canina que se originó en las Tierras Altas del oeste de Escocia- estaba a 50 kilómetros del conocido evento cultural, lo que no impidió que fuera una de sus estrellas.
Visto el éxito, Koons decidió hacer una nueva versión más sólida (de acero, un metro más grande y permanente), que se mostró en el patio del Museo de Arte Contemporáneo de Sidney, entre los meses de diciembre de 1995 y marzo de 1996. Fue en septiembre de 1997 cuando viajó hasta Bilbao, adquirida por el Guggenheim, y se mostró en su emplazamiento definitivo frente al museo, en octubre de 1997.
Durante una conversación con el museo difundida en vídeo, en la serie 'Guggenheim Bilbao Insights', Jeff Koons explicó que «la idea inicial era simplemente celebrar el trabajo con las plantas y hacer algo que tuviera una función espiritual, equivalente a una iglesia o una catedral. Algo en torno a lo que la gente pudiera reunirse y tener un debate sobre, supongo, la trascendencia». Quería reflejar también «la vida abriéndose paso a través de la biología. Si uno mira 'Puppy', ciertas plantas van a crecer, saliendo disparadas en una dirección. Otras van a querer salir más hacia los lados». Y, de una forma más elevada, Koons habla de «consolidar en una sola obra todo lo que había recogido y experimentado del barroco y del rococó».
El 'Puppy' que 'vigila' la entrada al Guggenheim desde hace 24 años, en la plaza del Museo, tiene 12,4 metros de altura, pesa cerca de 16 toneladas, y costó entonces 1,2 millones de dólares. Una gran inversión si se tiene en cuenta que ahora podría cotizarse en 54 millones, según la valoración de una empresa de arte realizada en 2017.
Sin embargo, estos meses no han sido los mejores para el simpático perro. Con la crisis de visitantes provocada por la pandemia, el museo planteó una cuestación popular para financiar su mantenimiento que ha permitido recaudar unos 30.000 euros de los 100.000 solicitados, aunque también se ha firmado un contrato con un patrocinador que cubrirá los gastos de renovación, dos veces al año, de las 38.000 flores que cubren a 'Puppy'.
No muchos de los turistas que posan delante de la obra saben que 'Puppy' tiene un 'hermano', construido como una prueba de la obra definitiva que ahora vemos en Bilbao. Tras varios años expuesto en el Rockefeller Center de Nueva York y en el Museo Hermitage de San Petersburgo, fue adquirido por Peter M. Brant (industrial, editor y coleccionista de arte) e instalado en su finca de Connecticut.