martes, 5 de octubre de 2021

David Julius y Ardem Patapoutian, premio Nobel de Medicina 2021 por los receptores del dolor

David Julius y Ardem Patapoutian
El Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2021 ha recaído en David Julius y Ardem Patapoutian por sus descubrimientos de receptores para la temperatura y el tacto, una información esencial para la supervivencia y nuestra interacción con el mundo que nos rodea.

David Julius, de la Universidad de California en San Francisco utilizó la capsaicina, un compuesto picante de los chiles que induce una sensación de ardor, para identificar un sensor en las terminaciones nerviosas de la piel que responde al calor.

Por su parte, Ardem Patapoutian, del Instituto Scripps, en La Jolla (EEUU), empleó células sensibles a la presión para descubrir una nueva clase de sensores que responden a estímulos mecánicos en la piel y los órganos internos.

Estos descubrimientos promovieron una gran cantidad de investigación que condujeron a un rápido aumento en nuestra comprensión de cómo nuestro sistema nervioso percibe el calor, el frío y los estímulos mecánicos.

La investigación, además, posee potenciales implicaciones médicas, porque arroja luz sobre cómo reducir el dolor crónico y agudo asociado a numerosas enfermedades, traumatismos y sus tratamientos.

De hecho, varios laboratorios farmacéuticos están investigando para identificar moléculas que actúen sobre estos receptores con el objetivo de tratar distintas formas del dolor crónico, por ejemplo, el asociado a procesos inflamatorios como la artritis.

Uno de los grandes misterios que enfrenta la humanidad cómo percibimos nuestro entorno. Los mecanismos subyacentes a nuestros sentidos han desencadenado nuestra curiosidad durante miles de años, por ejemplo, cómo los ojos detectan la luz, cómo las ondas sonoras afectan nuestro oído interno y cómo los diferentes compuestos químicos interactúan con los receptores en nuestra nariz y boca generando el olfato y el gusto.

También tenemos otras formas de percibir el mundo que nos rodea. Imagínese caminar descalzo por el césped en un caluroso día de verano. Puedes sentir el calor del sol, la caricia del viento y las briznas individuales de hierba debajo de tus pies. Estas impresiones de temperatura, tacto y movimiento son esenciales para nuestra adaptación al entorno en constante cambio.

Por eso el jurado ha destacado además el gran valor que supone entender, desde un punto de vista fundamental, cómo percibimos el mundo.