Melquiades Álvarez |
En esta exposición, el árbol toma el protagonismo como ese elemento de la naturaleza tan imprescindible para la biodiversidad, como refugio de animales y plantas, como personaje enhiesto que tamiza la luz de nuestros bosques y como pulmón de nuestro planeta. En este recién inaugurado otoño, en que nuestros bosques van cambiando su traje, sus colores, su fisonomía y se preparan para recibir el invierno, Melquiades Álvarez, nos regala esta muestra compuesta por unas sesenta obras, llena de sensibilidad y poesía. Melquiades Álvarez es un artista de largo recorrido (pintor, dibujante, grabador, escultor), donde lo figurativo alcanza rasgos expresionistas, intimistas, marcados por esa poesía pictórica heredada de los románticos y con cierta influencia oriental que potencia ese misticismo de su obra, sin atrevernos a encasillarlo en ningún movimiento concreto.
Domina muchas técnicas, lo que le permite elegir aquella que mejor le conviene para lo que quiere expresar en cada obra. De cualquier manera, estas técnicas, se han ido depurando y simplificando a través del tiempo, de tal forma que el dibujo, base de todo buen pintor, le basta, a veces, para expresarse. Sus lienzos, en ocasiones parecen rasgarse en líneas que nos recuerdan a las planchas de los grabados marcadas por el buril. A través de ellas fluye el color y sobre todo la luz. Esa luz que es el elemento imprescindible de sus composiciones.
La finalidad de su obra es dialogar con el objeto, con el paisaje a tratar; un ejercicio de observación e introspección que después, el cuadro, intentará transmitir al espectador. Es un pintor de sensaciones, donde los silencios nos dicen muchas cosas. El trabajo de Melquiades Álvarez produce un grado de mística contemplativa, deleitándonos con esa luz, esas sombras, esa atmósfera, ese color y esa paz.
La exposición estará abierta en la Sala Pedro Torrecilla, hasta el 13 de noviembre de martes a viernes de 18 a 21 horas. Sábados de 12 a 14 y de 18 a 21 horas y domingos de 12 a 14 horas.