Las consecuencias de la gran crisis económica surgida en 2007, con sus numerosos embargos, desahucios, endeudamientos y la aparición de nuevas fronteras morales y éticas que se superponían a las históricas, han venido constituyendo el trabajo de los últimos años de Diana Velásquez (Bogotá, Colombia, 1978).
En el proyecto que presenta en el CAB nos insta a reflexionar a partir de la ejemplificación diaria de la crisis. Trabajos como “Anidar era otra cosa”, en el que indaga sobre la explosión de la burbuja inmobiliaria desde la perspectiva del abandono de los espacios asociados a la vida y la intimidad de las personas, son resueltos mediante enrejados que separan, metafóricamente, el vacío del hogar. Un paso más allá lo constituye la instalación “2m²”, una punzante e irónica solución habitacional de ejecución sencilla, barata, móvil y practicable que nos permite escapar de hipotecas y préstamos.
“Real State” incide en los problemas derivados de la asunción de compromisos financieros. Impecables dibujos manuales simulan, a partir de contratos hipotecarios reales, documentos con el texto jurídico que le es propio y en el que se esconden abusos e irregularidades solo detectables en determinadas condiciones de visibilidad. Junto a otras series como “Paisajes”, documento del sueño roto del progreso prometido en urbanizaciones periféricas inacabadas.
Velásquez ha creado obras como “En la cola”, un mural pintado directamente en las paredes del CAB, de apariencia borrosa y casi abstracto que solo es visible bajo determinadas condiciones, en una alegoría de la misma invisibilidad de la precariedad social de la que explícitamente habla. La pieza que condensa todo el proyecto expositivo en el CAB es una videoinstalación en la que se solapan cuatro momentos que el espectador presenciará simultáneamente. Se trata de un film distópico en el que una serie de personajes se enfrentan a situaciones que a situaciones que pueden parecernos dolorosamente absurdas. Tras ser registrados por un funcionario, los protagonistas del vídeo tendrán derecho a golpear una piñata de la que caen ridículas cantidades de comida.
La exposición permanecerá abierta hasta el 23 de enero en el CAB