Miquel Roca |
Miquel Roca y Alfonso Guerra, dos de los políticos más importantes de la reciente historia de España, participarán hoy martes y miércoles con sendas conferencias en la Cátedra Monarquía Parlamentaria de la UBU que dirige Juan José Laborda.
Nadie puede explicarle a Miquel Roca el dolor del exilio que causó el franquismo, pues él mismo tuvo que nacer en Burdeos en 1940. Su padre había sido uno de los fundadores de Unió Democrática de Catalunya y marchó a Francia pocos meses después de iniciarse la Guerra Civil. Nieto de Miguel Junyent, diputado y senador durante la Restauración y dirigente carlista, se crió pues en una familia de hondo ambiente político y comenzó a acercarse a partidos y sindicatos ya desde su época de estudiante de Derecho en la Universidad de Barcelona. Muy pronto, a partir de la creación misma de Convergencia, ocupó puestos dirigentes y tras ser elegido diputado por la provincia de Barcelona en las primeras elecciones tras el fin de la dictadura se convirtió en uno de los ponentes de la Constitución de 1978.
Desde ese papel como uno de los 'padres' de la Carta Magna, Roca Junyent se convirtió en un personaje crucial para la política española como el símbolo del catalanismo pactista. Él era un parlamentario, un hombre cuyo trabajo era buscar acuerdos, a diferencia de Jordi Pujol, que como presidente de la Generalitat y desde el poder ejecutivo se dedicaba a ejercer un papel reivindicativo. De hecho, años después, acabaron regular entre ellos, como suele ocurrirles a dos gallos que comparten un mismo corral.
Volviendo a aquella época de nacimiento de la democracia, tan distinta al ambiente político actual, lo crucial era el consenso. La concordia, como la denominaba Adolfo Suárez. La convivencia entre las múltiples Españas que venían de estar rotas durante 40 años y que trataban de recomponerse en torno a un objetivo mucho mayor que la de los partidos: la propia democracia.
Esa multiplicidad de lealtades es algo, sin duda, difícil de entender en mitad del páramo castellano y Roca tendrá que esforzarse en explicarlo cuando hoy martes imparta su conferencia titulada 'Autogobierno y Constitución: la aportación catalana al acuerdo de futuro'.
Deberá relatar si, desde el punto de vista de un constituyente, todavía es posible el espíritu del que nació el título octavo de la Constitución, el que regula las autonomías, y que a su vez remite al título preliminar.
Es en ese título preliminar donde se menciona "la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas".
Parece imposible que hoy, con las tensiones existentes entre los extremos derecho e izquierdo del espectro político y el permanente cuestionamiento de la propia España por parte de un gran abanico de partidos que resultan cruciales para las mayorías parlamentarias, pudiera volver a firmarse un texto como el que salió de la pluma y la mente de los que debatieron durante horas en aquel 1978.
Al mismo tiempo que defendía con convicción el autogobierno, poco después el propio Roca protagonizó un intento por liderar un gran partido centrista y europeísta, de ámbito nacional, que no llegó a cuajar nunca. Tras las discrepancias con Pujol, en 1995 intentó el asalto a la alcaldía de Barcelona frente al entonces todopoderoso Pasqual Maragall, que había sido el regidor de las Olimpiadas y al que no pudo vencer. Pese a la derrota, y aun siendo una figura política nacional de primer nivel a la que se respetaba sobre todo por su papel en el 78, se mantuvo como líder de la oposición en el consistorio de la Ciudad Condal durante los cuatro años correspondientes.
Defensor en el 'Caso Nóos'
Aznar le tentó para ser ministro en 2002, pero la rechazó y optó por dedicarse plenamente a su carrera profesional como abogado y profesor en la Universidad Pompeu Fabra. Desde el bufete Roca Junyent, enorme despacho con decenas de profesionales, ha defendido famosísimas causas, pero sin duda la más sonada de todas fue la de la infanta Cristina de Borbón, cuando la Casa Real le contrató en 2013 para su defensa en el "Caso Nóos".
Y en cada crisis catalana, como en 2013 o en 2017, ha sido protagonista con declaraciones en las que tan pronto justificaba la convocatoria de una consulta de autodeterminación, pues a su juicio la Constitución no lo impide, como dejaba claro que él prefería siempre las reformas antes que las rupturas. Hoy veremos cuál es esa aportación catalana que ahora defiende mirando al futuro.