Las rupturas amorosas se han narrado en el cine mediante el drama o la comedia, sin embargo el director Jérôme Bonnell ha decidido tirar por el camino de en medio contándolo a través de una comedia dramática.
Jonas, un parisino de cuarenta y tantos años, sigue enamorado de su ex, Léa, más joven que él. Tras una noche de borrachera acude a su casa e intenta reiniciar su relación, pero ella lo rechaza. En ese momento lo único que se le ocurre es asentarse en la cafetería situada enfrente del hogar de la mujer y escribirle una carta de amor, mientras su situación empresarial peligra, algo que deja en un segundo plano.
Si no fuera porque el idioma de la película, y de su perdedor protagonista, es el francés pudiéramos pensar que nos encontramos en Manhattan en una comedia romántica de Woody Allen, cuyos héroes masculinos, sobre todos los encarnados por el mismo, daban vueltas sobre sí mismos hasta extremos impensables, intentando solucionar problemas sentimentales de difícil solución.
El recurso de la carta tiene su "aquel" porque escribe a la mujer que ama para recuperarla pero también como último recurso para reflexionar sobre su propia vida, donde presenciamos como ha sido un individuo egocéntrico, solo preocupado de sus emociones sin reparar que su esposa, su hijo e, incluso, su ex novia tenían algo que decir y que aportar.
Narrada de modo teatral, y con ritmo lento, prácticamente toda la acción transcurre en el café donde se refugia para espiar a su amada y escribir "sus cuitas". La película, como ha explicado Jérôme Bonnell, explora la tenue diferencia que a veces existe entre la ruptura y el reencuentro.
Que toda la acción de la película transcurra en un día en la vida de ese hombre fue la apuesta del cineasta tras la buena aceptación que tuvo un film anterior: "Le Temps de l"aventure", donde la protagonista era una mujer a lo largo de una sola jornada.
Grégory Montel está estupendo como Jonás, bien secundado por Grégory Gadebois, que interpreta al jefe de la cafetería y representa muy bien lo que supone la camaradería masculina. Al fondo de esta película el tiempo, ese que se estira y se acorta según las "pulsiones" que tiene el ser humano.