¿Sabías que hay una palabra que define aquellas situaciones en las que pospones tus obligaciones, dedicándole ese tiempo a otras actividades que te hacen más feliz, o que resultan menos relevantes? Estamos hablando justamente del concepto de procrastinación, que se ha vuelto muy común en los últimos tiempos, en la medida en que más personas parecen estar sufriéndolo.
Básicamente, la procrastinación tiene lugar cuando dejamos para más adelante aquellas tareas que no nos agradan en absoluto, las cuales son por lógica las más susceptibles de postergarse, optando por otras que suponen un conflicto menor para con nosotros mismos o para con alguien más.
Las bases de la procrastinación
Casi siempre, las resoluciones que se estiran son las que tienen que ver con el estudio o el trabajo. Todo comienza cuando nos distraemos un par de minutos con algo que nos interesa y, al notarlo, comprobamos que ha transcurrido demasiado tiempo. Nos agobiamos, preocupamos, y paralizamos. Como consecuencia de esto, la procrastinación es un problema grave para quien la padece.
¿Cómo superar este trastorno?
Dado que este problema afecta la productividad de los seres humanos, los analistas internacionales han estado buscando distintos métodos que puedan ayudar a superar el trastorno, evitando así que se acabe convirtiendo en una afección psicológica que impida el normal desarrollo de la vida.
Han descubierto que una de las claves está en suprimir aquellas tentaciones que suelen rodearnos. Nosotros sabemos mejor que nadie cuáles son nuestras debilidades, y qué tan propensos somos de caer en ellas.
Hay que pensarlo de una forma similar a la que abordaríamos un proceso de dieta o de reducción de peso. Si somos conscientes de que tener dulces en casa nos llevará tarde o temprano a consumirlos, debemos asegurarnos de que no haya dulces en casa. Igual pasa con el tabaco y el alcohol, por ejemplo. Ese período que pasa entre el deseo o abstinencia y la ingesta de dulces, tabaco o alcohol, nos dará el margen necesario para plantearlos varias veces si es lo que queremos, y podremos buscar una salida.
En el caso de la procrastinación el esfuerzo debe estar puesto en suprimir tentaciones como Internet, la televisión y otros en los que podemos pasar horas y horas, perdiendo noción del entorno que nos rodea. Establecer horarios y darte a ti mismo mínimas recompensas por haber solucionado esos pendientes antes de ponerte con lo que te gusta, es un modo efectivo de no dejar las cosas para “más tarde”.