viernes, 25 de septiembre de 2020

Ruta por la España rural más bella

Nació en 2011, inspirada por el modelo francés 'Les Plus Beaux Villages de France' y actualmente es referente de prestigio y calidad a nivel nacional e internacional. Hablamos de la Asociación de los Pueblos más Bonitos de España, una iniciativa cuyo objetivo es promocionar pequeños municipios, preferentemente rurales, que destacan por su patrimonio y belleza.

Este 2020, quince nuevas localidades se han incorporado a esta prestigiosa red que ya cuenta con 94 pueblos. Lo han conseguido tras haber superado una rigurosa auditoría gracias al trabajo de generaciones de vecinos, que han cuidado y protegido el patrimonio cultural, arquitectónico y paisajístico heredado.

Los municipios que aspiran a formar parte de la red deben tener una población inferior a los 15.000 habitantes, contar con un patrimonio arquitectónico o natural certificado y realizar una solicitud a la asociación. Algunos de los criterios que se tienen en cuenta en el análisis de calidad son el cuidado del patrimonio, la limpieza del municipio, la conservación de las fachadas, la circulación de vehículos, el cuidado de las zonas verdes, la actividad cultural programada o la atención a las tradiciones, entre otros muchos. Hoy:


Mogrovejo (Cantabria)

Antes de ser uno de los pueblos más bonitos de España, ya fue considerado en 2017 como el más bonito de Cantabria. En una visita a Mogrovejo uno no puede perderse el casco histórico, que data de los siglos XVI al XVIII, la torre del siglo XIII, la casa señorial de los condes de Mogrovejo, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción o la casona de Vicente de Celis. El poblado se localiza en una media ladera del macizo oriental de los Picos de Europa, por lo que es también una zona extraordinaria para disfrutar de la naturaleza. Los productos más típicos de esta tierra son el cocido lebaniego, los embutidos, la carne de vaca lebaniega, los quesucos y el orujo.

Castrillo de los Polvazares (León)

Una de las costumbres más curiosas de los maragatos es que degustan el cocido en orden inverso, empezando por la carne y terminando por la sopa. Hay quien lo asocia a las prisas de las tropas de Napoleón que, estando en alerta ante un ataque inminente de los españoles, no querían dejarse lo mejor para el final. Esta es una tradición que, como turista, hay que probar, además de no perderse la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, el puente sobre el río Jerga, o el casco antiguo, declarado Conjunto Histórico Artístico desde 1980.