martes, 30 de noviembre de 2021

Riaza (Segovia) una excursión infalible

Plaza Mayor de Riaza
En Riaza todo pasa por la plaza, redonda, con sus típicas balconadas de madera y ese centro de arena en el que en fiestas se instala una plaza de toros. En un lugar principal está el Ayuntamiento, y alrededor, a derecha o izquierda, las casas de dos plantas con vistas a la sierra y las terrazas en las que sentarse a contemplar un ejemplo de plaza porticada castellana, bellísima, uno de los valores que sin duda habrán pesado en la declaración estos días del pueblo como "Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Histórico".

Riaza es una excursión infalible para los madrileños. Muchos acuden a las cercanas pistas de "La Pinilla", la estación de esquí y deportes de aventura que vigila el pueblo desde lo alto de la sierra. Otros prefieren una ruta de senderismo y, como recompensa al esfuerzo, un cordero asado. Y no faltan los que hacen un recorrido más amplio por este tramo de la N-110, con paradas -por ejemplo- en Ayllón, San Esteban de Gormaz (Soria) y Riaza, o los que se decantan por una ruta por los cercanos pueblos de la arquitectura roja (Madriguera), negra (El Muyo) y roja y negra (Serracín).

Los historiadores dicen que la búsqueda de los orígenes de Riaza nos llevaría a los siglos XI-XII, tras la reconquista de Toledo por Alfonso VI y la posterior repoblación de muchas tierras castellanas. No obstante, el aspecto actual de la Plaza Mayor se remonta a 1873. Y en la fotografía de esa plaza -casi escondida, en la salida hacia Ayllón- hay que dedicarle un tiempo a la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Manto, construida entre los siglos XV y XVI, con una torre de 33 metros, dos capillas de interés y una colección de arte sacro.

Desde la plaza se ve otra referencia religiosa. Allá arriba, entre los pinos y hayedos, está la ermita de Hontanares. El paseo en otoño desde Riaza a la ermita reconforta el ánimo, con el suelo barnizado de ocres y el aire limpio y frío. Porque sí, el fresco de Riaza es una de las señas de identidad de este pueblo. Dicen sus habitantes que en verano no quitan la manta de la cama. Y, en estas fechas, el vaho arropa las conversaciones en la calle.

Ermita de Hontanares
De la ermita de Hontanares salen otras rutas de senderismo hacia el cercano mirador de Piedras Llanas o hasta Riofrío y Alquité. Y desde el pueblo, en dirección al Puerto de la Quesera (1.757 m) se llega al hayedo de La Pedrosa, una rareza en el sur de Europa, como el de Montejo (Madrid) o el de Tejera Negra (Guadalajara).

En las calles de Riaza huele a horno de asar, a café con churros. Y allá arriba, en la sierra, hacia Hontanares, los alrededores de la Quesera y el embalse de Riofrío, con el hayedo como referencia, lucen en noviembre un apabullante manto ocre. En esa doble faz, la del conjunto histórico y la del patrimonio natural se despierta cada mañana este pueblo que siempre ha vivido de la ganadería y del campo, y ahora, también, del turismo.