Henry Kissinger |
Kissinger deja un siglo de huella y de protagonismo sin parangón en los grandes asuntos internacionales del siglo XX: huyó como adolescente judío de la Alemania nazi a EE.UU., participó en la Segunda Guerra Mundial, negoció un acuerdo de paz para la guerra de Vietnam, logró estabilizar las relaciones de Israel con sus vecinos árabes tras la guerra de 1973 y forjó la 'détente' con la Unión Soviética. Admirado y odiado, popular y poderoso, hizo y deshizo a su antojo en todo el mundo, desde Chile a Pakistán.
Kissinger deja un legado de hombre de Estado incomparable para algunos, de criminal de guerra para otros. Lo cierto es que nadie determinó más que él, para bien o para mal, la política internacional en la historia moderna. Y los poderosos siempre quisieron escucharle: asesoró a doce presidentes -desde John Fitzgerald Kennedy a Joe Biden-, alternó con todos los líderes de China -de Mao Zedong a Xi Jinping- y, cuando dejó el Gobierno, le pagaron fortunas como consultor.
Kissinger nació en Furth, Alemania, en 1923, en una familia judía de clase media. La situación se volvió insostenible con los abusos del régimen nazi a los judíos y huyeron a EE.UU. en 1938, tres meses antes de la Noche de los Cristales Rotos, que dio paso a una persecución masiva. Kissinger, nacido Heinz Alfred, se cambió el nombre a Henry cuando su familia se estableció en Nueva York.
Estudiante brillante y ambicioso
Aprendió inglés rápido y no tardó en destacar en los estudios, pero nunca se despojaría de su acento alemán, que se convirtió en elemento central de su imagen pública. Fue llamado a filas en el final de la Segunda Guerra Mundial y condecorado por sus dotes organizativas con el conflicto terminado. Ingresó en Harvard tras colgar el uniforme y despuntó como un estudiante brillante y ambicioso, con especial interés en la diplomacia internacional.
Se doctoró con una tesis sobre la relación entre el austriaco Klemens von Metternich y el británico Robert Stewart, vizconde de Castlereagh, para reconstruir Europa tras las guerras napoleónicas. Dejó su plaza de profesor en Harvard para acercarse a Washington. Pronto fue requerido como asesor por presidentes demócratas: Kennedy y su sucesor, Lyndon Johnson. Pero fue gracias a sus conexiones republicanas -sobre todo, Nelson Rockefeller- como entró por la puerta grande de la Casa Blanca: nada más convertirse en presidente en 1969, Richard Nixon le nombre asesor de seguridad nacional, un puesto de gran poder que él hizo todavía más decisivo.
Breve pero intenso paso por el Gobierno
Su presencia en el Gobierno de EE.UU. solo fue de 1969 a 1977, pero tuvo una intensidad inusitada. Él fue el motor del acercamiento a China, una prioridad para Nixon que Kissinger desarrolló a espaldas del secretario de Estado, Williams Rogers, al que acabó por quitarle el puesto. Tras el éxito en Pekín, Nixon, con quien tuvo una relación volcánica, acabó por nombrarle secretario de Estado. Fue un nombramiento histórico: el primer judío al frente de la diplomacia de EE.UU. Kissinger, insaciable de poder, se quedó también con el cargo de asesor de seguridad nacional, por primera y última vez en la historia de EE.UU.
Con Nixon acosado por el escándalo de Watergate nada más ganar su reelección a finales de 1972, Kissinger fue el dueño absoluto de la política exterior de EE.UU. Además del establecimiento de relaciones diplomáticas con China, dentro de un acuerdo sobre Taiwán que todavía rige las relaciones entre EE.UU. y el gigante asiático, Kissinger supervisó asuntos del máximo calado. Llegó a un acuerdo en 1972 con el régimen comunista del norte de Vietnam que les valió a él y su homólogo vietnamita, Le Duc Tho, el premio Noble de la Paz. Tras la guerra de Yom Kippur en 1973, en la que Siria y Egipto -con el apoyo de multitud de países árabes- atacaron a Israel, Kissinger se fajó en una intensa actividad diplomática para estabilizar la región. Desde enero de 1974, estableció lo que en EE.UU. se bautizó como 'puente diplomático' en la región, a la que viajó once veces. Una de sus visitas duró 34 días y le llevó 16 veces a Jerusalén y 15 a Damasco.