La madrugada del 16 de noviembre de 1989, en plena guerra civil salvadoreña, seis sacerdotes jesuitas, profesores universitarios, y dos empleadas fueron asesinados en la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" (UCA) en San Salvador. La noticia tiene una inmediata repercusión internacional, porque además de la barbarie, entre los sacerdotes asesinados se encuentra el conocido Ignacio Ellacuría. Aquella noche ella vio quiénes son los verdaderos asesinos: el Ejército. Su testimonio será clave para esclarecer la verdad y hacer justicia, pero además cambiará para siempre su vida y la de su familia.
En un principio este film se iba a titular "La mirada de Lucía", quizás menos expresivo pero más acorde con lo que narra: la historia de la única testigo del crimen de los jesuitas en El Salvador en el que fue asesinado el sacerdote y teólogo de la liberación, Ignacio Ellacuría, junto con otros cinco compañeros y dos empleadas del hogar, el 16 de noviembre de 1989.
La actriz colombiana Juana Acosta encarna a Lucía, la empleada de la limpieza que fortuitamente presenció la matanza sin que los asesinos repararan en ella. Una mujer anónima y valiente empeñada en que prevaleciese la verdad desconociendo lo que cambiaría su vida por ello. Ella es la protagonista, por tanto, de este film, aunque el título definitivo de la película Llegaron de noche hace alusión a una premonición que pronunció el propio Ellacuría a quien en un momento del film se le escucha decir: "Si me matan de día sabrán que ha sido la guerrilla, pero si llegan de noche serán los militares los que me maten".
No hay en esta cinta, salvo la homilía que pronuncia el Padre Tojeira en el funeral por los fallecidos, una alusión directa a las ideas de la Teología de la Liberación que hicieron tan famoso y polémico dentro de la Iglesia a Ellacuría, porque la película se centra fundamentalmente en la lucha por lograr desenmascarar a los responsables de un crimen execrable, como lo es cualquiera que se realiza a sangre fría contra civiles desarmados.
Con guion de Daniel Cebrián, escrito tras varios años de documentación, ha contado con el visto bueno de la Compañía de Jesús, y los acontecimientos que narran están de plena actualidad cuando se ha reabierto el caso en El Salvador, hace apenas unas semanas, tras la anulación el pasado año del proceso contra los autores intelectuales del asesinato.
Los actores están muy bien, Juana Acosta especialmente y se agradece la vuelta a la pantalla grande de Carmelo Gómez, que encarna al padre Tojeira, que vuelve a demostrar lo buen intérprete que es, pero el desarrollo del film, con continuos saltos temporales es algo confuso y reiterativo en la recreación de los interrogatorios a los que fueron sometidos Lucía y su esposo en Miami.
El film no olvida realizar una fuerte crítica al papel jugado en esta crisis por el embajador español en El Salvador y, por el contrario, se ensalza a miembros del servicio diplomático francés que ayudaron a salir del país hacia Miami a Lucía y su familia.