No es un director de público mayoritario, pero los que han seguido su carrera profesional tienen claro que el iraní Asghar Farhadi es uno de los cineastas más interesantes del momento actual por su profundidad al plantear temas serios de la vida diaria y las pasiones que anidan en las personas. Buen director de actores sabe extraer el mayor talento de sus cualidades.. En España filmó Todos lo saben, con Javier Bardem y Penélope Cruz, un thriller dramático que no alcanzó el éxito que merecía.
Rahim está en prisión debido a una deuda que no pudo pagar. Pero durante un permiso de dos días, en el que visita a su familia, encuentra un bolso con joyas de bastante valor. Pero, como es un hombre honrado, en vez de quedárselo, decide buscar a su propietario para devolverlo, ayudado por la mujer que ama. Mientras, intenta convencer a su acreedor para que retire la denuncia pagando una parte de su deuda para poder salir de la cárcel.
Si en "Todos lo saben" se planteaban temas como la amistad o los secretos de pareja y de familia, en Un héroe se habla de honestidad, amor y, lógicamente, de lo costosa que es la libertad en algunos países no tan alejados de nosotros
Como es habitual en él, Farhadi poco a poco va desgranando con sencillez la personalidad de todos los seres humanos involucrados en este drama, desde las primeras intervenciones se siente empatía por Rahim, que es el retrato de un perdedor de buen corazón al que las cosas siempre parecen torcérsele, un auténtico "pupas". Si alguien piensa que esa descripción le resulta fácil a Farhadi, quien suele ser también el guionista de sus películas, se equivoca, él ha manifestado que dar forma a sus personajes principales le lleva meses. El trabajo del protagonista, interpretado por Amir Jadidi, es de campanillas.
Farhadi no es un director complaciente, le gusta contar historias realistas, aunque estas lleven en su interior situaciones tremendamente duras. Una de las miradas más amargas en este film la lanza hacia los medios audiovisuales capaces, en aras de lograr más audiencia, de engrandecer o empequeñecer a los protagonistas de sus historias cotidianas, con una frivolidad que desarma y sin reparar en las consecuencias que eso acarrea.