En Irán, tras sabotear un reactor nuclear, la identidad del agente Tom Harris se ha revelado a los medios después de que un informante expusiera la implicación de la CIA en la destrucción del reactor. Esto se traduce en que Harris sólo dispone de 30 horas para llegar al aeropuerto de Kandahar (Afganistán) y evitar su captura. Para conseguirlo, necesita la ayuda de un traductor afgano llamado Mo, totalmente antibelicista. Ambos serán perseguidos por multitud de enemigos, entre las que se encuentra Kahil, un despiadado asesino a sueldo.
Como es propio del género hay muchas secuencias en movimiento, realmente trepidantes, pero también el film cuenta con su parte interesante desde el momento que apreciamos que, en contra de lo que pensamos los occidentales, el mundo árabe no tiene una causa común y hay muchas facciones diferentes que están totalmente enfrentadas sobre si es necesario recurrir a la violencia y al derramamiento de sangre, como opinan los talibanes, el Daesh o Al Quaida, con el objetivo de doblegar a la mayoría infiel que somos los occidentales. Curiosamente esta película, que denuncia a esos grupos terroristas, ha sido rodada íntegramente en Arabia Saudí.