Bajo la superficie que conforma el mundo tangible “sabemos que hay algo más, una materia oscura que da forma a nuestras vidas y a nuestras acciones, a nuestras interacciones con el mundo en el que vivimos”, nos dice la autora. Un conjunto de pinturas de gran tamaño, como luminarias expandidas en un paisaje infinito, articularán el recorrido expositivo de la propuesta de Liliane Tomasko (Zúrich, 1967) en el CAB.
Junto a ellas, una serie de pinturas verticales inciden en lo que somos, lo que tenemos, lo que sentimos y lo que queremos; mientras que otro conjunto de obras indaga más decididamente en el mundo de los sueños. Ese recurso al inconsciente sumergido en el sueño, pero también a su parte más emocional y sensible, se resuelve plásticamente en una pintura en la que los trazos desbordan la superficie y semejan un panorama abierto a la estructura interior del pensamiento.
La noche y el sueño asociado a ella surge como un territorio pictórico atravesado por un magma disforme, enmarañado y febril en ocasiones, detenido y expectante en otras. Las líneas generosas que parecen sujetar como una red cuanto sucede en el interior del cuadro semejan un mapa neuronal conectado solo en su parte más irracional. Cada gesto, cada mancha, cada rasguño de las pinturas de Tomasko evidencian nuestros mismos arañazos cerebrales solo desvelados en estados de suspensión mental.