lunes, 5 de julio de 2021

Dario Nardella, alcalde de Florencia, se ofrece cicerone de su ciudad

Ponte Vecchio, en Florencia
Nuestra vida ha cambiado, nunca pudimos imaginar vivir algo así, son algunas de las tantas expresiones de los florentinos cuando fueron pasando los meses y no daban crédito a lo que veían sus ojos, no lo terminaban de creer. La Plaza del Duomo, La Plaza de la Señoría, el Puente Viejo, La Galería de la Academia, La Basílica de Santa Maria Novella, la de San Lorenzo, las obras de Botticelli, Giotto, Piero della Francesca, Leonardo da Vinci, Michelangelo, Caravaggio, Rubens, Rembrandt, Mantegna, Correggio, Lippi, Martini, Tiziano y Parmigianino, la obra maestra de Brunelleschi, el Palacio Pitti antigua residencia de los Medici, etc. etc. seguían sin ser contempladas por primera vez en décadas, todo estaba en silencio, como lo estábamos todos.

El impacto de las ciudades que viven principalmente del turismo ha sido devastador. Las calles vacías en Toledo, la Puerta del Sol en Madrid sin un alma, los gondoleros de Venecia pasando el día charlando sólo entre ellos, nadie en la Fontana de Trevi, no tener a nadie delante de la puerta de acceso de la Galleria Borghese en Roma, la explanada del Louvre de París desierta... y así todo el planeta. 

En Florencia recorrer la ciudad sin toparse con nadie ha sido de las experiencias más duras jamás vividas, el centro de la ciudad es siempre un hervidero de turistas y de las personas que ofrecen servicios a los visitantes. Los florentinos han vivido lo mismo que todos en el planeta con la llegada de la pandemia, pero en una ciudad tan pequeña como la suya en donde la concentración de los turistas es enorme, ha sido devastador. Ahora van surgiendo iniciativas para recuperar la economía y la vida de una manera o de otra, no importa que la vida no sea la misma, pero la idea es ponerse en marcha y caminar ya.