La tradición de los huevos - muy arraigada en Estados Unidos, el centro de Europa e Inglaterra -, empezó debido a que los cristianos católicos que seguían la abstinencia de la Cuaresma, no podían comer, entre otras cosas, huevos ni productos lácteos. Los seguidores de esta tradición guardaban los huevos, y para mantenerlos frescos los bañaban con una fina capa de cera líquida.
Una vez terminada la Cuaresma, se reunían delante de la iglesia de su ciudad y los regalaban. Con el tiempo, la Iglesia Católica fue cambiando las tradiciones, y hoy solamente recomienda la abstinencia de carne los viernes de la Semana Santa.
Sin embargo, la tradición de regalar huevos el domingo de Pascua siguió y de hecho continúa en muchos países del mundo. La única diferencia es que antes se pintaban y decoraban huevos de gallina y de pavo para regalar en pequeñas cestas. En cambio, hoy aunque se siguen regalando huevos de gallina en muchos países, desde principios del siglo XIX se regalan también los huevos de chocolate, los preferidos por los niños, claro.