En España, muchos municipios destacan por diversas características, ya sea por sus tradiciones, edificios, historia o incluso por sus nombres peculiares. Un ejemplo es el pueblo con el nombre más extenso, Gargantilla del Lozoya y Pinilla de Buitrago, ubicado en la Comunidad de Madrid. No obstante, también existen localidades con denominaciones extremadamente breves, como el caso de un pueblo en la provincia de Vizcaya, a unos 50 kilómetros de Bilbao, que ostenta el nombre más corto con tan solo dos letras.
Ea, un diminuto pueblo situado junto a la costa del norte de Vizcaya en el País Vasco, destaca como el municipio español con el nombre más corto. Caracterizado por la peculiaridad de no contener ninguna consonante en su denominación, sino únicamente dos vocales, Ea tiene una historia que se remonta al siglo XVI, aunque obtuvo estatus de municipio en el siglo XIX. Con una población actual de 824 habitantes, el pueblo se ve atravesado por un riachuelo que divide sus casas a ambos lados.
Lugares de interés en Ea
La visita a Ea comienza en el Ayuntamiento, un modesto edificio de dos plantas donde se realizan eventos y exposiciones durante algunas festividades locales. A pocos pasos se encuentra la iglesia de Jesús, una construcción renacentista de gran importancia erigida en el siglo XVI, aunque posteriormente restaurada con elementos barrocos. Avanzando por el casco histórico, marcado por sus pintorescos puentes de piedra sobre el pequeño río, destaca el emblemático puente romano o puente viejo, cuya imagen adorna el escudo del pueblo.
Iglesia de San Juan en Ea |
El carácter marinero de Ea se refleja en la bandera con el Belletxe, una estructura de madera sobre pilares de piedra situada en el muelle. Desde tiempos antiguos, este edificio ha sido utilizado como almacén y, más recientemente, como escenario de festividades populares como los sanjuanes, que marcan el inicio del verano, y la fiesta del veraneante, que lo despide y tiene lugar el último fin de semana de agosto. Estas celebraciones, impregnadas de autenticidad y sabor popular, atraen a un número considerable de visitantes.
Desde el Belletxe, el paseo puede continuar por la Atalaya de Ea, una senda litoral que conduce hasta la ermita Talako Ama, un templo con vistas al mar. Durante el verano, no se puede pasar por alto la oportunidad de disfrutar de las playas de Ea, siendo la del pueblo la más concurrida, aunque también hay calitas más tranquilas para explorar caminando. Otra sugerencia para descubrir la esencia rural y auténtica de Ea es explorar los barrios de Natxitua y Bedarona, separados del núcleo urbano y rodeados de naturaleza. Con sus tradicionales caseríos vascos que se asoman al Cantábrico, estos barrios invitan a descubrir sus caminos, ya sea a pie o en bicicleta.
¿Qué ver en los alrededores?
A pocos kilómetros Ea se encuentra Lekeitio, uno de los pueblos más bonitos del País Vasco. La Basílica de la Asunción de Santa María es el emblema de Lekeitio, una imponente estructura que se asemeja a una catedral. Situada en el corazón del centro histórico y junto al puerto pesquero, esta basílica destaca no solo por su imponente tamaño, sino también por su hermoso estilo gótico tanto en su exterior como en su interior. El Retablo Mayor es impresionante, una obra también de estilo gótico y adornada con pan de oro.
El puerto pesquero de Lekeitio se erige como uno de los más encantadores del País Vasco. Es la imagen más capturada de la localidad, y con razón. Aquí convergen armoniosamente las embarcaciones tradicionales y las de recreo, creando una estampa pintoresca que culmina con una hilera perfecta de casas de colores y el perfil siempre esbelto de la Basílica de la Asunción en el horizonte.
La pequeña isla de San Nicolás, también conocida como la isla de Garraitz, es uno de los rincones más maravillosos y panorámicos de Lekeitio. Este islote deshabitado tiene una rica historia que se refleja en los vestigios de una antigua ermita, un convento, un sanatorio y construcciones defensivas. La isla solo es accesible durante la bajamar, cuando un espigón de piedra, cubierto de musgo, se conecta con la playa de Isuntza. Este breve período permite explorar con precaución, ascender a su punto más alto y maravillarse con las vistas panorámicas. La transparencia y el tono turquesa del agua resultan asombrosos, añadiendo un toque mágico a esta joya natural.