miércoles, 30 de octubre de 2024

El convento más pequeño del mundo se encuentra en España

Convento de El Palancar
España tiene un rico y extenso patrimonio cultural eclesiástico con impresionantes catedrales, iglesias y monasterios que albergan grandes obras de arte. A lo largo de la geografía de nuestro país están repartidas más de 22.900 parroquias,
88 catedrales, 639 santuarios y 712 monasterios, según los datos de la Conferencia Episcopal. A estos últimos, pertenecen un total de 7.906 monjas y monjes de clausura.

El Escorial, Yuste, Montserrat o Santo Domingo de Silos, entre otros muchos, son los más conocidos y visitados por su importancia histórica y cultural. Sin embargo, en una pequeña localidad de Extremadura se encuentra un monasterio que puede presumir de tener un récord mundial. Y es que, el convento de El Palancar, con sus 72 metros cuadrados es el cenobio más pequeño del mundo.

Conocido como el "conventito" por sus reducidas dimensiones, el monasterio de la Purísima Concepción de El Palancar se encuentra en el municipio cacereño de Pedroso de Acim, junto a la Sierra de Cañaveral y los Valles del Jerte y Alagón.

Fue fundado en 1557 por el fraile franciscano Pedro de Alcántara y su construcción comenzó a partir de una pequeña casa donada en la localidad de Pedroso de Acim. Su pequeño tamaño y su simplicidad concuerdan con la humildad de su fundador.

San Pedro de Alcántara, nacido en esta localidad cacereña, estudió leyes en la universidad de Salamanca, donde entró en contacto con San Francisco de Asís. Conocido por su cercanía a la gente, su sencillez y sus viajes descalzo por Extremadura y Portugal, fue amigo, consejero y biógrafo de Santa Teresa de Jesús.

Tanto la construcción del convento como su interior se caracterizan por su simplicidad y austeridad. Apenas estaba formado por unas celdas con camas de madera donde dormían los frailes, una capilla sólo decorada con algunos mosaicos y una talla de San Pedro, y un pequeño claustro con algunas columnas de madera y un patio de luz.

Las celdas eran tan pequeñas que Fray Pedro, que medía cerca 1,90 m., dormía sentado con la cabeza apoyada en un madero en la pared.