El 9 de enero de 1959 es un día marcado por la tragedia en España. Este día reventó la presa de Vega en Sanabria y arrasó con el pueblo de Ribadelago en escasos minutos. Esta tragedia dejó 144 muertos de los 532 habitantes del lugar y a día de hoy, aún muchos cuentan las leyendas sobre la maldición de este pueblo sumergido en el que, según dicen, aún suenan las campanas.
Ribadelago, un pueblo sumergido por la tragedia
En la calma de la noche, cuando algunos vecinos ya dormían, se escuchó un gran estruendo que daría inicio a una tragedia sin precedentes. Eran las 00:24 de la noche y la presa de Vega de Tera en la comarca de Sanabria acababa de reventar, marcando un destino catastrófico para el pueblo de Ribadelago.
Después de la explosión, los vecinos empezaron a oír un ruido que se iba haciendo más fuerte con el tiempo. Muchos pensaron que era el frío aire que llevaba todo el día soplando en el pueblo, no obstante, era el agua que se acercaba al pueblo. Hay quienes sintieron el suelo vibrar y con la insistencia del ruido, salieron para ver qué ocurría, el viento no parecía el culpable y los peores presagios se confirmaron cuando los vecinos empezaron a gritar «¡La presa se ha roto!».
El agua empezó a acumularse en el puente sobre el río Tera y esto les dio una oportunidad de tan solo cinco minutos para poder salvar sus vidas. A los cinco minutos el puente cedió y el agua se adueñó el pueblo sin piedad. Pronto el agua había llegado a los tejados de las casas y muchos de los habitantes, no tuvieron tiempo a escapar. Algunos habitantes ya mayores, optaron por afrontar el destino, otras familias no tuvieron tiempo a escapar mientras el agua arrasaba calle a calle este pueblo. Los que estaban en las zonas más altas, consiguieron sobrevivir a la tragedia.
Los 144 fallecidos fueron arrastrados por el agua junto a casas, árboles y escombros por el río Tera hasta el lado de Sanabria, que se encontraba 500 metros más abajo. En esas aguas, aún yacen 116 fallecidos que descansan en el fondo del lago. Muchos de estos cuerpos no se pudieron rescatar porque los equipos de submarinistas no contaban con los trajes y la tecnología de hoy en día y tenían que tantear los restos en el lago para encontrar vida después de la tragedia.
Una tragedia marcada por las leyendas
Fue un momento desolador para el pueblo y ha marcado la vida de muchos que lo vivieron en primera persona o que perdieron a un ser querido. Además, muchos lo vivieron como una maldición envuelta de creencias y es que aún se cuentan leyendas del fatídico destino que vivieron los vecinos de este pueblo que quedó enterrado bajo el agua.
La leyenda dice que al pueblo llegó de madrugada un peregrino y que suplicó posada de puerta en puerta debajo de una gran tempestad. Solo dos mujeres que cocían pan ayudaron al peregrino y pusieron un poco de masa al horno para dárselo al mendigo. Él las avisó para que abandonaran el pueblo y después, procedió a inundarlo con una maldición. Brotaron aguas embravecidas que arrasaron con todo hasta el lago.
Aún se dice que en la madrugada de San Juan, cuando aún es muy temprano, se puede escuchar una campana que fue a parar al fondo del lago donde se encuentran los restos de este pueblo sumergido. Además, hay quien afirma que con ella, se escuchan los lamentos y gemidos de los vecinos que fueron hundidos por no querer ayudar a un peregrino que solo necesitaba un techo y un poco de pan.