Teresa cambia sus planes de vacaciones para ayudar a su madre, que ha sufrido un pequeño accidente. Madre e hija pasarán juntas un verano de lo más sofocante, en el que no conseguirán ponerse de acuerdo ni en las cosas más triviales. Sin embargo, la obligada convivencia removerá más de lo esperado y en las noches estivales Teresa vivirá momentos reveladores junto a su madre.
Este drama íntimo parece un trozo de la misma realidad, porque no habla de una relación idílica entre madre e hija, aunque está claro desde el principio que se quieren, sino de la complicada convivencia tanto por la diferencia generacional como por sus distintos caracteres y su forma de afrontar y ver la vida, algo que recuerda que cada ser humano es único y que ni un ser querido tan cercano como una madre es igual.